Es inevitable comparar a San Cristóbal con Santa Cruz, famosa por albergar a la Estación Charles Darwin y su criadero de tortugas, sumados a atractivos como Tortuga Bay y las grietas o la Playa de los Alemanes, también el número y la calidad del alojamiento de esta isla llega a categorías altas y poco accesibles. En la parte más alta de San Cristóbal también existe un criadero de tortugas y en Puerto Baquerizo Moreno los lobos marinos, muy dueños del lugar, hacen suyas las bancas y muelles, donde reposan a sus anchas. Un monumento lo ratifica. Los lobos se han reproducido en gran medida, lo que no ocurre con las tortugas, que alcanzan su madurez sexual alrededor de los 25 años y, lo que es peor, la mayoría de los huevos no eclosionan por la acción depredadora de animales y lanchas pesqueras que enredan a las que logran nacer.
La delincuencia no parece existir y la basura es clasificada. Se ha impuesto más medidas de seguridad en los botes que surcan el mar de unas islas a otras. Pero hay contrastes: los vehículos andan a velocidades incompatibles con un hollado paraíso. A la llamada playa Lobería sólo le queda el nombre quizás la de mar más embravecido, pero en la playa Mann es más pacífico y, para sorpresa, al frente se ubica una extensión de la Universidad San Francisco, donde el excatedrático Rafael Correa también dio clases.