Cómo no extrañar la gestión de los entonces nuestros legisladores, que frente a casos como el que se vive, de verdadera emergencia sanitaria, con la presencia masiva de ciudadanos a montón contagiados con dengue y chikungunya, abarrotadas las salas de emergencia del IESS y del hospital con pacientes que a gritos piden atención medica, alojados en los pasillos y escaleras de estos centros médicos estatales. Y aquí no pasa nada.

En antaño, frente a esta descarada indiferencia de las autoridades nacionales, dígase Ministerio de Salud o Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, ya nuestros representantes con un radio de acción a sus gestiones permitido, hubieran pegado el grito al cielo y estas autoridades ya hubieran desfilado por el Parlamento a dar temerosas explicaciones. Y frente al inminente temor de una censura que le costaba el puesto, hubieren tomado cartas en el asunto.

La declaratoria de emergencia que se hubiera, ahí sí, decretado, conllevaba suplir, por lo menos momentáneamente, la dotación de medidas e insumos médicos, más allá de equipos adquiridos o prestados a otras salas, que en algo paliaban el brote epidémico que azotaba a la población. Y con el titular del Ministerio de Salud aquí in sito, por haber trasladado su despacho a la capital provincial, apremiado por las circunstancias de la acusación legislativa.

Hoy - era la nota de consenso en el diálogo de este grupo -, a nuestros representantes se los ve o se los oye muy de vez en cuando, por decir, el momento que publicitan una obligada convocatoria a disque rendir cuentas de su gestión como representantes provinciales, convocatoria esta que a nadie, más que a sus conmilitones, le interesa, toda vez que todos somos duros testigos de sus negativas gestiones en favor de sus electores.

Ni aun ahora, en el caso que el escenario del reemplazo de la asambleísta que lamentablemente perdió la vida, cuyo sustituto, acorde al Código de la Democracia, le corresponde de manera innegable al alterno del partido que le sigue en votación al de gobierno por haber agotado todos sus legítimos reemplazos, asumen una posición que oriente esta incertidumbre, vaya ud. a saber por qué.

De ahí que es válido, que en estos casos puntuales sí añoremos a muchos que nos representaron en la nefasta época de la partidocracia, porque con sus naturales e interesadas ponencias sí opinaban lo que realmente sentían.