Ninguna revolución tecnológica hubiera sido posible sin esta forma de comunicación, trasmisión de contenidos y generación de conocimientos.
Si nos referimos a la lectura del libro físico, tal como lo conocemos, los jóvenes y toda la sociedad leen menos que antes.
Si nos referimos a la lectura de imágenes, que es otra forma de lectura heterodoxa, la gente consume muchas imágenes a cada instante.
Sin embargo, no es lo mismo consumir imágenes (acto necesario e inevitable) que leer palabras escritas (acto imprescindible).
El abuso de lo primero, tal cual se presenta hoy, puede conducirnos a una sociedad descompensada, un poco unívoca, y desembocar en un nuevo tipo de ser, que el autor Giovanni Sartori califica como homo videns.
Si Sartori tiene razón, estaríamos llegando a una etapa en que la mayoría de los seres humanos solo vemos y asimilamos, puesto que, como dice el autor italiano, la excesiva dependencia de imágenes que proyectan soluciones ya elaboradas, estaría reduciendo en las nuevas generaciones la facultad del pensamiento abstracto.
Esto es la capacidad de análisis y discernimiento que caracteriza al homo sapiens.
Lo prudente es estimular la lectura tradicional y habilitar espacios para lo digital, que es importante.
Sin embargo, lo que se ha hecho en muchas ciudades es empezar a cerrar bibliotecas y librerías, lo cual es un verdadero desastre para una sociedad.
Aspirar a escritor, como aspirar a ser experto en cualquier rama del conocimiento, pasa por un obligado proceso de lectura.
Hay que trabajar con los niños fundamentalmente.
Son seres que están en una etapa de formación, lo que significa que es posible inculcarles el hábito de la lectura y la capacidad analítica, dotándoles al mismo tiempo de adminículos tecnológicos, para ellos tan naturales.
A partir del nacimiento de la palabra escrita, la lectura ha sido y será la base de todo aprendizaje y proceso intelectual.
Quien no lee libros físicos, tampoco está predispuesto a leer textos digitales; he allí el problema a resolver.