Y aunque la concurrencia no logró llenar el local escogido para el evento, tal era de esperarse, el ambiente quedó impregnado de optimismo ante la próxima convocatoria a consulta popular (in situ) que ratificará definitivamente la pertenencia manabita de La Manga del Cura.

Eso sí, y al margen de sentirme satisfecho por el éxito de la convocatoria de Dumar Iglesias, no puedo, ni debo, ni quiero dejar pasar por alto la inasistencia del resto de exprefectos vivos (4) y de 17 alcaldes (“brillaron por la ausencia”). ¡Triste brillo!

¿Qué les pasó, señores alcaldes que dejaron vacías sus sillas? ¿Acaso no se sienten manabitas? ¿O es que no piensan lanzarse nuevamente de candidatos a cualquier cosa en el futuro, ah? A mí me llenó de mucha pena, especialmente, y más que pena, preocupación por la ausencia del alcalde de El Carmen, sabiendo como sabemos, que es precisamente a este cantón donde pertenece el territorio (452 kilómetros) que se nos intenta arrebatar.

De los exprefectos invisibles en la reunión, mejor evito mencionarlos. La historia se encargará de pasarles la factura por su injustificable actitud. ¡Ni una excusa siquiera! Por elemental cortesía a la institución que los invitó.

Ah, dónde estarían también los asambleístas, que no se vio niunito siquiera.

En cambio, considero justo y necesario resaltar el valioso aporte histórico en este foro, del historiador Alfredo Cedeño Hidalgo, con cuya documentación, debidamente sustentada y contrastada, quedó demostrado hasta la saciedad que La Manga del Cura es indiscutiblemente territorio manabita. Con sus argumentos, si hubiera habido absoluta imparcialidad de parte de los organismos gobiernícolas correspondientes, la convocatoria a consulta luciría absurda e inútil.

También es preciso dejar constancia de la participación cívica activa y combativa de los exprefectos presentes: Francisco Ponce, Enrique Delgado Coppiano y César Acosta Vásquez, que impregnaron de entusiasmo a los asistentes recordando célebres momentos de su paso por la Prefectura, a la vez que hicieron una convocatoria a los mangacurenses para que el día del referendo recuerden su origen, sus apellidos, sus antepasados y la histórica jornada cuando el cura Pinto y cientos de agricultores calcetenses y choneros sentaron sus reales en las fértiles montañas de La Manga del Cura.