Con caracteres de alarmante realismo, hay quienes creen en el personaje del duende, pintándolo o concibiéndolo como un ser de tamaño muy pequeño y que suele aparecerse o introducirse en cualquier ambiente o lugar.
A partir de ese momento este personaje hace manifestaciones amorosas, ya sea a un hombre o mujer, por ejemplo: llamar con la mano, reírse, miradas apasionadas. Pero cuando no es correspondido tiene celos, suele arrojar porquerías en el rostro, en la mano, en la cama, en el plato de comida, esconde los objetos en señal de indignación; es decir, persigue continuamente y puede hacer padecer mucho a las personas de las cuales se enamora. Generalmente las personas son tentadas por el duende.