La estructura es elíptica, como la usaban los comuneros y montuvios, pero en el pasado eran totalmente de adobe o enquinche. Hoy el cemento va ocupando más espacio en las bases.

“Este horno está hecho con ladrillo y tierra y entran 28 latas a la vez”, comenta López.

Él destaca el sabor distinto que tiene el producto al ser preparado en el tradicional fogón de origen montuvio.

 

Negocio. Lleva 45 años en la actividad y dice que le gusta hacerlo.

“A mí me enseñó mi padrino, actualmente varios chicos me ayudan en la preparación”, señala López.

Su centro de elaboración está ubicado en la parte posterior de su vivienda, allí se encuentra el horno y las mesas donde él y sus ayudantes preparan durante aproximadamente 15 minutos la masa para las roscas, que posteriormente ingresa al horno durante 30 minutos más. 

Para colocar las 28 latas dentro del horno se ayuda de una pala de madera, con el fin de evitar accidentes, debido a que la cavidad de éste es angosta y el interior muy caliente.

Además de las roscas amarillas, en la casa de Antonio López se preparan roscas de color café, que son dulces.

 

Ícono. En Montecristi la venta de roscas es una tradición y son considerados un ícono de la ciudad.

En la vía Portoviejo - Manta decenas de comerciantes ofrecen este producto, que es buscado por los turistas y habitantes del cantón. 

La ciudadana Juana Pachay destaca que el sabor de las roscas de Montecristi es lo que las hace tan apetecidas. “Yo compro las rosquitas todos los días, no como pan en el desayuno”, comenta. Añade que las roscas pueden acompañarse con queso y café pasado.