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libertad regalado espinoza
Docentes de siglo XXI

Para sobrevivir en el nuevo orden, en un entorno social sobreprotector, permisivo, donde las normas se han desdibujado, los ambientes educativos se han vuelto campos de batalla, donde a diario se confrontan dos posiciones la del colegio y la del hogar, la del maestro y la del estudiante,

Jueves 16 Abril 2015 | 04:00

 ¿tiene sentido seguir trabajando contra corriente? 

¿Cómo dar clases a quienes no sienten necesidad de ella?
¿A quienes no quieren, que se sienten obligados?.
¿A los que no encuentran objetivo en ellas?
¿A los que están desmotivados?
¿A los que el aula es una especie de cárcel? 
¿Cómo captar la atención de estos estudiantes con nuevas tecnologías en sus manos, donde los medios para el PEA, siguen siendo tradicionales?
El aula es un espacio de convivencia muy especial.
Allí se pasa mucho tiempo, se producen contactos interpersonales de todo nivel, insultos, roces físicos, abusos, marginación, empatía, asertividad, respeto, etc. 
La gestión de aula en el bachillerato debe propender a mejorar estos conflictos corrigiendo los niveles de atención, utilizando la fuerza de la empatía, de esa capacidad que tenemos para conectarnos con ello. 
¿Cómo reaccionar ante estos climas disímiles?
La experiencia me dice que de forma proactiva, transformando estos problemas en múltiples variables que nos ofrecen un sin fin de oportunidades.
Aquellas que lograrán, a la larga,  crear un clima escolar armónico, que coadyuve al rendimiento, que no anula personalidades, que atiende al grupo de forma equitativa, que los  implica en el aprendizaje, que logra captar su atención. 
Si tendemos puentes afectivos con ellos nos volvemos influyentes, adquirimos poder sobre ellos, un poder que nos ayuda a indagar los intereses de ellos, de lo que les agrada, entusiasma; de suerte que los contenidos se centren en esos intereses, pero siempre relacionados con la asignatura que se imparte, motivando a solucionar problemas reales. 
Esta es la metodología de la esperanza, la estrategia mágica para instrumentar un nuevo modelo de ser, es mi receta: Las vocales de la acción docente. 
A de atención, E de empatía, I de interés, O de organización, U de utilidad y acompaño a todo esto, una de las herramientas más eficaces en el aula: el respeto, ese valor que construye límites, fronteras entre lo que debe hacerse o no. 
¿Cómo se hace?
En base de la reacción adecuada, medida, firme, rápida, calmada ante las disrupciones de ciertos estudiantes. 
Una reacción que logre evitar los incumplimientos, los comportamientos no adecuados, las interrupciones constantes en clase es decisiva para poner los límites y obligar a cumplir con la norma. 
 Hay que tener una mirada distinta ante este nuevo desafío.
 
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