¿Para qué ha servido disponer durante años de barriles de petróleo de cien dólares, y más, si el dinero se ha evaporado, incluyendo entre sus métodos despilfarros y contratos direccionados en dudosa condición de emergencia, con una Asamblea Nacional sometida, pintada en la pared y que jamás ha fiscalizado nada en serio? En muchos trabajos sobre el Nuevo Orden Mundial se indica que la vía para subyugar a un país es endeudarle, de tal manera que para pagar la deuda “adquirida”, es preciso exprimirle al pueblo a niveles indecibles.
El origen de la crisis de España y de Grecia es la deuda externa. Para abonar las acreencias han disminuido los salarios hasta en el 40 % para los que han tenido la “suerte” de quedar con un “trabajo”; las jubilaciones igual. El 37 % de los niños comen una vez al día, según la Unicef.
La deserción escolar es masiva. La fuga de profesionales es imparable. Los servicios básicos se han privatizado o encarecido. Las medidas económicas para obtener dinero para la deuda han sido espantosas. Sin trabajo o sin ingresos suficientes casas y pisos han sido embargadas por los acreedores. Seres humanos se enfrentan por sobras de los restaurantes. Lo cuentan nuestros migrantes que también abandonan, conmovidos, dichos países.
El endeudamiento me parece preconcebido. Junto al gasto frenético y hasta incomprensible convencieron a muchos despistados que tener restricciones y ahorros era una locura. ¡Y se “blindaron” alegando que son “académicos” formados en el primer mundo! ¿Qué grave será nuestra situación que Ecuador –con los PhDs- adquiere créditos al 10,5 % de intereses, entregó 466.000 onzas de oro como garantía ¡al Goldman Sachs!, y el petróleo es prenda de otros créditos y muy altos intereses?
La deuda lo decide y conoce en realidad una sola persona. No cuenta la aprobación de los ciudadanos, y ello lo saben los prestamistas. El Cód. Org. de Planif. y Finanzas Públicas (R. O. 306, del 22-X-2010) garantiza el secreto de las gestiones en esta materia (Art. 137), y el límite del 40% de deuda respecto al PIB puede soslayarse con la mayoría de los miembros de la Asamblea (Art. 124). ¿Quién protege a la República de sus “representantes”? ¿Es casual que la deuda se hubiese triplicado en cuatro años? ¿El pueblo asfixiado de impuestos, más indefenso que nunca, pagará los platos rotos como en España o Grecia? ¡Callarse hoy es hipotecar el futuro de la Patria! Es prudente recordar lo que decía Arturo Illía, expresidente de Argentina: “No les tengo miedo a los de afuera que nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender”.
