Participante político activo: dos veces edil en  Guayaquil., presidente del T. Electoral del Guayas, director del Banco Central del Ecuador, ministro del Tesoro con don Carlos J. Arosemena Tola, miembro consultivo de la Cancillería,  sin jamás abandonar la cátedra; su misión era llegar a la juventud con permanentes mensajes de luchar por la justicia en democracia plena y evitar la miseria a los indígenas y campesinos de Costa y Sierra. 

Así lo conocí, dirigiendo la Organización de Jóvenes Alfaristas en Manabí y la patria; su mensaje calaba hondo, voz seria y argumentos creíbles, convencía, se convirtió en líder y así se presentó a la faz del país en 1956, a la Presidencia de la República,  conduciendo al Frente Democrático Nacional: liberales, socialistas, independientes,  mucha juventud en busca de mejores horizontes patrios. En Manabí fue ídolo; lo seguíamos con devoción y esperanzas junto  a destacados dirigentes como Felipe Saúl Morales, Luis Dueñas Vera, Trajano Viteri M., Rubén Darío Morales, Silvio Mora Bowen, Cira Carlota Rodríguez, Fco. González Álava, Segundo Eugenio Delgado, Salustio Giler Álava, Ricardo Loor Chóez, y una juventud heroica obtuvieron un amplio triunfo electoral que sufrió enorme agravio cuando el gobierno de Velasco Ibarra, que había expresado: “El Frente tritura al Gobierno o el Gobierno tritura al Frente”,  cumplió su amenaza, al ser cómplice de un gran fraude electoral realizado en Loja, en que unas urnas violadas a las dos semanas de las elecciones daban voto suficiente para que ganara Camilo Ponce, delfín del Velasquismo. 

Este acto ilegal lo rechaza Manabí con un alzamiento cívico militar el 7 de agosto de 1956, que el Gobierno ataja con el uso de la fuerza aérea ametrallando Portoviejo, Chone, y otras plazas huertistas, caso único en la historia de la patria, que impidió que el Ecuador tuviera otro rumbo político con un auténtico demócrata en la Presidencia de la República como Raúl Clemente Huerta. En Manabí se alzó la compañía militar Esmeraldas, que luego de un armisticio desfiló el 10 de agosto de 1956 con el aplauso de miles de manabitas que respaldaban la cívica proclama que ellos habían encarnado. Fue presidente Ponce Enríquez, que rompió relaciones con Velasco Ibarra en la misma semana de haberse posesionado.