Contra Estudiantes de La Plata merecida, muy merecida, pero contra El Nacional, simplemente apareció la falta de contundencia. No fueron menos, pero tampoco brindaron un espectáculo digno del recuerdo.

Rubén Israel sabe que en el fútbol no se trata de la percepción de un buen rendimiento y en la constante fabricación de jugadas ofensivas, como sucedió en Quito y Argentina, se trata de entregar resultados y cuando estos son paupérrimos, la continuidad siempre estará en duda. 

Este equipo viene a la baja y en sus números se refleja la amplia posibilidad de sumar otro fracaso.

Así de mal está Barcelona, y es que en tan solo cinco partidos le han marcado ocho goles, cinco en Serie A y tres en Copa Libertadores. Tan solo ha embocado en cinco oportunidades.

Israel debe estar confundido. Los refuerzos están muy lejos de lo que se esperaba. Ni Ismael Blanco aparece en su versión 2014. 

Pero el campeonato ecuatoriano es tan benévolo, que una racha positiva de cuatro o cinco partidos los podría meter en pelea por la cima de la tabla. 

Para eso deben mejorar, dejar de dar tumbos. No que en un día fabriquen 20 oportunidades y al partido siguiente se vean en cámara lenta, sin ambición. Ahora veo al Ídolo en horas bajas.