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Santo Domingo de los Tsáchilas
84 familias se quedaron en la calle en Santo Domingo

María no pudo contener el llanto cuando presenció la demolición de lo que había sido su casa por más de diez años.

Jueves 12 Febrero 2015 | 16:39

El dolor de ver el esfuerzo de toda su vida reducido a escombros la hizo “quebrarse” frente a sus hijos.
“No por favor, no nos tumben la chocita”, decía mientras la maquinaria demolía las paredes de su casa.
Sus dos pequeños hijos permanecían con la misma pijama con la que habían despertado. Sin comprender lo que estaba pasando los niños resguardaban las pocas pertenencias que lograron sacar de su humilde vivienda sentados en una piedra y rodeados de lodo.
En la mañana su madre los despertó asustada. Un contingente de cerca de un centenar de policías de la Unidad de Mantenimiento del Orden amaneció rodeando la zona.
Sucedió en el sector Covadonga, en el kilómetro 72 de la vía Alóag-Santo Domingo, a cuatro kilómetros del límite provincial con Pichincha.
84 familias fueron desalojadas por presuntamente vivir en un terreno sin documentos.
“Los terrenos tienen un propietario y los señores son invasores”, decía Susana Villamarín abogada del dueño de la tierra durante la demolición.
Indicó además que el litigio legal duró cinco años. “Se les notificó hace un año. Sólo se está cumpliendo con la disposición legal”, señaló.
El abogado de los desalojados, Marco Simbaña, afirma que él se sabe la historia. “Cuando fallece la persona de nacionalidad suiza, que era el dueño, aparece un heredero que da un poder para la venta de lotes, pero según las investigaciones de la Interpol y del consulado de Suiza ese hijo no existe”, explicó Simbaña.
“El número del pasaporte está a nombre de una mujer y estaba reportado como robado. Jamás se le ha visto y tenemos conocimiento de que no existe”, reclamó el abogado. “Las escituras son legales, lo que no es legal es la sucesión, es usurpador”, insistió.
Por su parte, Villamarín explicó que hay una denuncia por documentos de identidad fraudulentos, pero luego “se demostró que son legales”.
A pocos pasos de los dos abogados los hijos de María permanecían sentados en pijama y se les escuchaba decir con un hilo de voz, ¿qué vamos a comer, tengo hambre? Su madre dejó de acomodar las ollas sobre las tejas de lo que fue su casa y los abrazó. Entonces la más pequeña preguntó “Mami, ¿esta noche dónde vamos a dormir?”.
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