Manabí en general y los cantones Chone y Tosagua en particular, tienen la fortuna de contener el humedal de La Segua, sitio privilegiado que nos dio la naturaleza, pues es albergue de una fauna acuática única, que sus vecinos tienen años luchando que se lo mantenga lo más virginal posible, con el fin de que las garzas blancas y pardas, pollas de agua, el afamado chame, las guaijas, guabinas y viejas azules, igual que el auténtico camarón “cacaño” no pierdan su hábitat, que ya fue garantizado en su importancia por la ecología mundial cuando fue incluido como refugio Ramsar, en el Convenio Internacional Gubernamental suscrito en esa ciudad en 1962, para mantener su fauna típica y garantizar el hospedaje de múltiples especies migratorias como los patos cuervos, gaviotas, cigüeñas, que viajan de norte a sur y viceversa, en sus ancestrales sistemas de sobrevivir que la madre naturaleza les ha asignado.
Si el Humedal de La Segua fuere alterado o se secara por completo, constituiría una verdadera tragedia ambiental. Se colige así que todo esfuerzo por mantenerlo es un canto a la conservación y al ambiente. Por eso es que el Comité Ciudadano de La Segua viene luchando desde hace años en darle la importancia a éste cuidado, realce ya famoso por la Feria del Chame que congrega miles de visitantes por año, pero a su vez las autoridades de Medio Ambiente tienen que hacer un seguimiento de controlar que el humedal no sean invadido ni comercializado, disminuyendo su dimensión, y los GAD de Chone y Tosagua dicten ordenanzas que garanticen que obras de infraestructura no alteren el flujo del agua vital para el humedal, lo que fue crisis semanas atrás en que murieron miles de peces, se dijo, por falta de flujo suficiente del líquido elemento.