Actualizado hace: 937 días 20 horas 35 minutos
Mauro Molina Menéndez
No se me insubordinen, Chatos

¿Recuerdan esta frase? La usó Cantinflas en su rol de profesor. Ahora, la estoy usando para llamarle la atención a la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica. Por lo que veo, hay cierto desbarajuste desde los purpurados hasta el último monaguillo. Y a decir verdad éstos no cuentan, porque a ellos solamente les interesa un trago del vino y meter mano a la limosna, con muy pocas excepciones...

Jueves 20 Noviembre 2014 | 04:00

El barullo que se está dando es a alta escala entre aquellos que van más adornados que Lady Gaga, a una misa de cuerpo presente. O sea como quien dice, nunca se acercan al pobre feligrés; las narices en alto como queriendo respirar más oxígeno y andan en Rolls Royce en su paseo matinal por la Vía Apia. 
¿Se acuerdan de Calvino y Lutero? Se echaron contra el seno mismo de la Iglesia y lo demás es historia; que si no la saben, “go back to the books”
El tejemaneje que se trae el Cardenal Raymond Burke, es alarmante. A pesar de que me he aliado con sus posiciones anteriores contra la excomunión a los divorciados, el homosexualismo de la cara que sea, no puedo aceptar que públicamente critique a su Santidad Francisco por la manera que está dirigiendo los destinos de la Iglesia Católica. Eso, si tiene bases sólidas, que lo haga en privado. De lo contrario, el dime y direte entre el discípulo y el maestro resta la autoridad, en este caso del Papado que bien puede resultar en un resquebrajamiento de las bases creyentes.
Dentro de la iglesia, no se puede permitir estos desafueros de insubordinación porque, según los dogmas pontificios, el Papa es el representante directo de Dios en la tierra y si, como en el caso del arzobispo de St. Louis se afirma que “la iglesia  es un barco sin timón,” (the church is a ship without a rudder) caramba que metió, poniéndolo delicadamente, la venerable sandalia el pobre arzobispo norteamericano. Si Dios eligió a Francisco como su representante, la feligresía pensará o que Reymond Burke es un hereje o que hay algo turbio en la fe.
Que Jorge Mario Bergoglio quiera parchar lo que encuentre “roto” en el tejido humano de la Santa Sede y le encante abrir la boca y dispararse contra lo que a él le parece correcto, es cierto. Pero hay que reconocer la verdad. No lo está haciendo excátedra, que es cuando el Papa es infalible. En el caso del Pontífice, el castigo debe ser diferente. Mándesele rezar tres millones de Ave Marías y sanseacabó...
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