En algunos de nuestros comentarios, a través de años anteriores, hemos tratado sobre la necesidad de poner en práctica diversas sugerencias técnicas que de manera conveniente se han dado y que tienen que ver con el dragado de los ríos, los que, como es de conocimiento general, por las lluvias invernales y por los deslaves de los cerros cercanos a esos ríos, han ocasionado variedad de inundaciones y destrucción de sembríos y poblaciones aledañas.
Los años no han transcurrido en vano y ese tiempo ha hecho que se provoque el azolvamiento de esos ríos, con la disminución en la altura de los barrancos. La incidencia ha sido mayor por la deforestación de las orillas o riveras de los ríos, así como de los cerros cercanos, provocando que los continuos deslaves que llevan tierra y palizadas, se asienten en el lecho del río. Y esos materiales extraños al normal cauce del río es arrastrado por las corrientes y llevados a lo largo del recorrido, quedándose parte de ellos en diversos sectores, en los que se forman playones o bancos que hacen anormal la navegación y buen uso del río.