La decisión fue tomada por las autoridades de la empresa, luego de que una consultoría determinara el cierre como la mejor opción para terminar con llamadas malas prácticas.
Según Santiago Suárez, subgerente de la Terminal Terrestre, allí “se ejecutaban prácticas contra la moral y las buenas costumbres, además de ser un blanco fácil para los delincuentes”.
Desde la noche del martes fueron colocadas cadenas y candados que restringen la entrada y salida de pasajeros por algunos accesos de la estación de buses interprovinciales.
“Lo que se pretende es mejorar la seguridad, cuando llegamos a la Terminal identificamos en la playa de estacionamientos hasta prostitución, y en el andén de llegada personas que permanecían en el sector en actitud sospechosa”, manifestó Suárez.
La medida ha generado descontento en una parte de los comerciantes de comidas que se ubican en el parterre y los dueños de los negocios de una parte de la avenida Abraham Calazacón.
René Segura es uno de ellos. Él es propietario de un ciber que, según cuenta, ha reducido en un 60 por ciento las ventas desde el cierre.
“La gente ya no camina por ese tramo de la calle, ahora quienes llegan a la Terminal desde otra ciudad tienen que atravesar las boleterías para salir”, dijo Marco Cárdenas, otro vendedor que se siente perjudicado.
Ellos se reunieron ayer con Suárez para determinar acciones que reduzcan las pérdidas económicas que supuestamente les deja la medida.