“Una persona de la etnia sin pintarse su cabello prácticamente pasa desapercibida o no se la identifica”, dice Calazacón. Señala que para este proceso se necesita achiote fresco, tangaré (aceite), una peineta y una tijera.

“Primero se desgrana el achiote para luego restregar las semillas con las manos y así colocarnos en la cabeza”, explica.

Para darle un toque de uniformidad es necesario peinar.

“El peinado tsáchila tiene muchos significados, sobre todo en la parte espiritual”, añade.

Este representante de la comunidad tsáchila de Santo Domingo menciona que para que el cabello no se destiña con el agua es necesario aplicar el tangaré (aceite), una grasa que se extrae de un árbol del mismo nombre.

“Esto permite que el peinado sea más consistente. Además le da un toque especial para que el achiote quede impermeable”, manifiesta Calazacón 

 EL COLOR. Calazacón dice en cuanto al color rojo característico que es una tonalidad de los dioses.

“Hace unos 400 años los antiguos tsáchilas no usaban el achiote, pero a partir de una enfermedad donde comenzaron a morir muchos, se convirtió en una planta sagrada para ahuyentar cualquier tipo de epidemia”, explica.

Asegura que antiguamente se utilizaba incluso como un repelente.

El tiempo para la coloración del peinado puede ser de alrededor de 40 minutos.

“Siempre nos estamos retocando el cabello”, refiere Calazacón. El pintado dura entre ocho y  diez días.

“Si uno desea verse elegante es imprescindible pintarse cada tres o cuatro días”, agrega.

Aclara que ellos se mantienen así en las noches y hasta para dormir y que al día siguiente otra vez se tinturan. Este proceso es permanente.

Para ello, los tsáchilas utilizan una almohada especial.

Calazacón indica por otra parte que el achiote es también sinónimo de salud. “Cuando nos sentimos decaídos y ya nos pintamos, recogemos toda esa parte positiva y llena de energía”, puntualiza.