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CONFIDENCIALMENTE  PÚBLICO
CONFIDENCIALMENTE PÚBLICO
Por: Childerico Cevallos
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Domingo 14 Septiembre 2014 | 04:00

Las informaciones que proporciona el gobierno de sus actividades, a través de sus entidades correspondientes, no satisfacen la inquietud de la ciudadanía, de esa población con pleno derecho a saber qué es lo que pasa en la totalidad de sus instituciones públicas, cuya existencia depende precisamente de la contribución de la misma ciudadanía. Pareciera que las leyes se están creando, estableciendo y modificando para obligar a las entidades denominadas particulares a entregar toda información privada al gobierno. Incluyéndose en esto a los clubes de servicio, agrupaciones barriales, etc., en franca ofensa a los derechos constitucionales de libre asociación y privacidad cuando no cuentan con asignaciones oficiales.

 

La política informativa gubernamental aplicada se presenta con la ley del embudo: el lado ancho para el gobierno y el angosto para el pueblo. Cuando los medios de comunicación independientes, voceros e informadores públicos veraces del proceso y de las maneras como se manejan sus recursos, custodios naturales de los intereses populares, solicita a las entidades de gobierno informaciones que la ley señala como de carácter público, surgen excusas para no cumplir. Las principales son la ausencia de autorización para dar declaraciones o que la información es clasificada.
Esto pasa inclusive con quienes fungen como máximos funcionarios de las entidades en la zona o provincia donde las representan, lo que los ubica en una posición que, estimo, debe ser incómoda. 
Es que la mordaza no le es elegante a quien se precie responsable de sus actos, especialmente cuando -se entiende- ha sido escogido para ese cargo por capacidad, honestidad y eficiencia demostrada en su trabajo. 
Si es así, entonces ¿por qué callarlo?, ¿por qué desconfiar de su responsabilidad?
Es una barrera que cada día se levanta más contra los medios privados, contrario al trato que tienen aquellos considerados oficialistas, de hecho o por afinidad a todo lo que haga el Ejecutivo.
Para los primeros se reducen las posibilidades de cumplir con su labor, por no ser lisonjeros y de crítica a lo que realmente sucede. Para los otros, bueno, hasta la ley de información parece diferente. 
Un caso: El Universo publicaba hace poco que el Secretario de la Información se negó a responder a un pedido promovido a través de la ley de acceso a la información, que tiende a conocer cuándo y cómo se contrató con una agencia americana la provisión de estudios y formulación de estrategias de comunicación, información, imagen y publicidad. La Cancillería fue la que brindó posteriormente algo de lo solicitado. 
Otro caso: Un analista, quien esperaba del Instituto de Evaluación (Ineval) mayor información sobre los resultados de las pruebas que aplicara en Manabí dentro del programa Ser estudiante, debido a que las difundidas, a su entender, “son muy pobres”, no ha podido obtenerlas por el argumento de que la información es confidencial.
Al parecer, confidencialmente público, la información queda con el lado angosto del embudo hacia el pueblo ecuatoriano.
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