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Fernando Naranjo Villacís
¿Eres feliz..?

¡Nacemos para ser felices! Mantener este precepto, a lo largo de nuestro transitar por este valle de aventuras terrenales, constituye el sentido de vivir.

Sábado 30 Agosto 2014 | 04:00

La vida nos marca un camino. La gran tarea será: aprender a cultivar nuestra mente.  Dar los pasos acertados para no agotar nuestro entusiasmo.  Estimular aquellos ideales que nos serán gratos en el transcurrir de los años.  
 
No sabemos si los años por vivir, serán muchos o pocos. Pero sí podemos tener la certeza, que nos serán placenteros. Este deseo lo haremos realidad, con una regla muy simple: Siendo sencillos, humildes y, algo primordial, incorporando en cada acto de nuestra existencia, los infaltables ingredientes de amor y de humor.
En este intenso trajinar, tropezaremos con algunas trampas.  Muchas de ellas disfrazadas de oportunidades como “el tener”. Hay quienes cifran su felicidad en la riqueza de bienes materiales y cuando algo poseen, no es suficiente. Querrán tener más, mucho más y caerán en la espiral de la  codicia. Posiblemente pretenderán ser los más ricos del cementerio.
A propósito de esto, Alejandro el Grande, avanzaba, cada vez con mayores bríos en su ambición por conquistar territorios y riquezas para sumarlos a su poder. Sin embargo, en un momento determinado su  carrera se truncó, pues murió joven. Como resumen de su existencia, quedó inmortalizada esta frase: “Una tumba fue suficiente para aquel a quien el universo no bastaba”.
Total, toda la riqueza y poder ¿qué sentido tienen? si al final, no son las conquistas externas las que cuentan, sino las internas. Las que te brindarán la serena avanzada hacia una vejez saludable y apacible.  
 Esta breve reflexión será entendida a plenitud cuando lleguemos a la senectud.  Con bienaventuranza y sin mayores sobresaltos. Con la capacidad de expresar, en nuestro rostro, esa alegría de vivir sin amarguras ni rencores. Sin olvidar el dolor o el sufrimiento, pero felices de poder respirar hondo y disfrutar con inmensa dicha el poder ver, escuchar, hablar, caminar por nosotros mismos.  Degustar sanos alimentos y ¿por qué no? una generosa copa de vino. 
La felicidad prolonga la vida. Beneficia la salud del cerebro. Es la mejor medicina corporal y espiritual. Hagamos el sano ejercicio de reemplazar los patrones mentales negativos que nos debilitan. Practiquemos una conducta equilibrada de la vida y recuperemos nuestra serenidad y templanza. Tratemos de ser felices, a pesar de los pesares, con actitudes positivas y pensamientos lúcidos. Pasemos de la queja y del lamento a la acción creativa. Desarrollemos habilidades de amena comunicación familiar.Cuando hay ausencia de miedos se hace realidad la felicidad. 
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