Como un moderno Vía Crucis, así llamó el jubilado a la aventura que vive para hacer atender quebrantos de su salud en el IESS, ente al que aportó cerca de 40 años, dijo.

Relató  que se inicia su calvario con las infructuosas llamadas telefónicas solicitando la cita médica, hasta que a la cansada la suerte lo ayudó a lograr una con un médico general, pese a que su demanda era puntual con especialistas, uno en vías urinarias por razones propias de su edad dado el crecimiento prostático y de un gastroenterólogo, por reflujos digestivos; para el primero no logró cita por escases de especialistas en esta área, además que, con obsequios de su familia, logra el dinero mensual para comprar el par de pastillas diarias que le permiten evacuar con fluidez su orina, agregando que desde hace años eso fue lo que el mismo urólogo de IESS le sugirió, ya que esas medicinas no existen en la botica de esa entidad; es decir, cuando hay urólogo no hay remedios, o viceversa; con el otro especialista sí logró una cita, pero para un par de meses después; mismo que luego del reconocimiento previo, le recetó una endoscopía gástrica; esto en el IESS no se realiza y tuvo que tramitarlo en el área social, que derivó donde se lo hagan, y fue a una clínica nueva en un barrio pesquero de Manta, cuyo nombre no quiso recordar por la humillación que junto con otros afiliados sufrieron, al estar más de tres horas esperando turno para que le indiquen cuándo y cómo debía asistir para esa intervención; por lo mismo, retornó al departamento social del IESS para que le cambien el lugar, siendo instruido que eso debe solicitarlo en el área administrativa de Portoviejo; viajó a la capital el jubilado, donde le pidieron su solicitud por escrito; retornó a Manta para hacer tal carta y viajó  otra vez a entregarla en Portoviejo, quedando en espera de respuesta, la que luego de una semana recibió telefónicamente, pero para que la retire; sin indicar dónde; después de indagar, la recibió en el hospital, y acudió a una tradicional clínica del puerto donde fue profesionalmente atendido ¡al fin! Y como otra vez no hubo cita con el especialista estomacal, organizó un bingo para hacerse tratar externamente.