Según mis cálculos, el costo del alojamiento de este indeseable huésped sobrepasa los $ 500 diarios que, multiplicados por los 785 días, nos hemos gastado $ 392.500 que incluye: traductores, alimentación, atención médica, medicinas, lavado de ropa y sábanas. Jabón, desodorante, pulvapies, champú, loción, crema de afeitar y papel higiénico. Gillettes, manicurista, peluquero, luz, Internet, teléfono y TVCable. Y si a este valor le agregamos el costo de los viajes de nuestras más altas autoridades para visitarlo, ruedas de prensa, y celebrar sus cumpleaños, más los honorarios de los abogados que debaten en las cortes inglesas a favor de Assange… ¡ya perdí la cuenta!

Y mientras en Ecuador no hay cupos en las universidades, ni suficientes médicos, camas y medicinas en los hospitales, faltan profesores en las escuelas, y se paralizan obras públicas por la chirez fiscal, nos damos el lujo de gastar en proteger a un prófugo de la justicia internacional como si se tratara de un perseguido político, o de un héroe, a sabiendas de que no es más que un traficante de secretos militares comprados a Bradley Manning (cabo del ejército yanqui) que acaba de ser condenado a 35 años de cana por espionaje, cuya información luego Assange vendió a la prensa mundial, provocando rencillas entre países amigos.

Pero (el infaltable), felizmente el propio Assange acaba de anunciar que “pronto” abandonará su auto-exilio por propia voluntad (¿?), consciente de que los ecuatorianos no lo podemos seguir manteniendo en calidad de huésped perpetuo en nuestra sede diplomática de Inglaterra.

¿Al fin habrá entendido este mercachifle del espionaje, que en Suecia no lo van a condenar por los delitos sexuales de que se lo acusa, dado a que las supuestas víctimas de violación se han retractado? 

Y si es por su temor a ser deportado a yanquilandia para ser juzgado por “traición a la patria”, téngase por seguro que allá no hay pena de muerte, por este delito, para ciudadanos que no sean norteamericanos, y de que será exonerado si confiesa su “error” y vomita la plata que cobró por la venta de los documentos “calientes” comprados a Manning.

Por último: En nuestra embajada ya no puede estar más Julian Assange, porque aquí en Ecuador comete delito, “quien difunda información de circulación restringida será sancionado con pena privativa de libertad de uno a tres años” (Art. 229 Código Penal).