Los agentes Israelíes dentro de la ONU, con el apoyo de USA y los países títeres, lograron inmovilizarlos, y el mundo miró horrorizados los cientos de asesinatos de niños, de miles de mujeres y hombres de la población civil, mientras la ONU permanece indiferente ante el peor infanticidio que registra la humanidad. El bombardeo de escuelas regentadas por la misma ONU, los hospitales y las miles de casas destruidas no pueden ser atribuidas a “error de precisión en los bombardeos”, esa mentira no la cree ni el más tonto; Israel es uno de los estados que tiene un ejército equipado con la más alta tecnología suministrada por EE.UU. Ante el clamor de millones de ciudadanos de todo el mundo pidiendo el fin de los criminales bombardeos y el cumplimiento inmediato de las resoluciones (12) de la Asamblea General de la ONU que exige a Israel la retirada de los territorios palestinos, el Gobierno de USA respondió enviando más armamento y cientos de millones de dólares al agresor Israel, a quien el imperio del norte lo tiene como perro guardián de sus intereses económicos y geopolíticos en el Oriente Medio. Los asesinatos de niños, la tragedia de cientos de miles de refugiados y el genocidio de una población civil no puede sernos indiferentes, estos hechos son considerados crímenes de guerra; y así como se estableció el tribunal de Núremberg para los crímenes de los nazis en la II Guerra Mundial, los hombres de todo el mundo debemos movilizarnos para que se forme un tribunal que juzgue a estos asesinos, versión moderna del nazismo. 

Defender el derecho a la vida es respetar a nuestro Hacedor; celebrar o silenciar el más brutal asesinato de niños evidencia que la barbarie se ha apoderado de los gobiernos que detentan el poder bélico mundial. Razón tuvo Segundo Mazzoline, al afirmar  que esos gobiernos han “perdido la brújula, al considerar la vida humana ajena como algo de lo cual se puede libremente disponer sin responsabilidad alguna”.