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“Un pez solitario”
“Un pez solitario”
Por: Libertad Regalado
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Jueves 07 Agosto 2014 | 04:00

“ Entonces el lunes a las cuatro de la tarde me mató. Él estaba en una imagen que se repetía, esa imagen no era real, yo sí, esa imagen era fabricada por la máquina de hacer imágenes, donde nosotros no tenemos historia, más allá de la imagen de una mujer muerta el lunes a las cuatro de la tarde.

Qué pena dejar de ser mujer para ser una imagen sin historia”.
Hasta aquí un extracto del texto del monólogo “Un pez solitario”, escrita por Arístides Vargas, puesta en escena por Nixon García, interpretada por el actor Freddy Reyes Macías, quien el día sábado, en el Centro de Artes Escénicas La Trinchera, en una excelente actuación que demuestra su madurez artística, logró provocar sentimientos que fueron de la rabia a la nostalgia, de la risa al llanto, de la impotencia al odio, del recuerdo a la trágica realidad. 
Una actuación que más allá de divertir, cuestiona, deja una serie de interrogantes, escarba en esa realidad que afecta a un porcentaje de mujeres, quienes del maltrato psicológico, pasan al físico e incluso forman parte de esa estadística con la que se hacen las investigaciones sobre femicidio.
“No se olvide que ella es una víctima, eso es lo que vende” “suena descabellado lo que estoy ofreciendo, es decir matar a su mujer con algunos anuncios publicitarios, pero sepa amigo que la vida no es menos ridícula, y lo mejor es elevar a categoría de negocio rentable  nuestra propia ridiculez”. 
Parlamentos cuya ironía duele por ser tan cruda; y es que en este mundo globalizado todo se mercantiliza, todo se publicita, todo se aprovecha.
“Todo lo que nos es útil debe ser tomado sin importarnos las consecuencias morales”; “legitimamos nuestros actos sin sentimiento de culpa”.
El crimen-noticia vende más, la mujer es parte de la propaganda diaria, como una cerveza que calma la sed, como un trago que te embriaga, como un bombón que endulza, de letras de música donde se incita a su consumo.
Pero producto al fin, que hay que usar, maltratar, desechar. 
Un actor que logra desdoblarse en dos personajes con personalidades diferentes.
El empresario creando o convirtiéndonos en productos, y el hombre que ya no sabe que está mal o qué está bien, está asustado, confundido, es parte de un mundo “donde podemos destruir con cierta inocencia, armar guerras, delinquir, porque estamos tocados por el sentimiento de utilidad”. Un monólogo que hay que verlo, oírlo, sentirlo, ya que ayuda a exorcizar nuestros miedos.
Un ejercicio necesario en este mundo complejo donde necesitamos de mucha lucidez para no perder la ruta.
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