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Las personas de la nueva era
Las personas de la nueva era
Por: Maximiliano Corradi | [email protected]

Viernes 01 Agosto 2014 | 04:00

E n algún momento de su vida es posible que haya sentido deseos de cambiar, de convertirse en una mejor persona y le haya surgido la pregunta sobre cómo trasformar hacia lo positivo su carácter, su conducta. Incluso también es posible que se haya preguntado si es posible acercarse a Dios sin la obligación de tener que ir a la Iglesia. La respuesta es sí, esto es posible cumpliendo en la vida diaria los Diez Mandamientos de Moisés y El Sermón de la Montaña de Jesús, algo que puede llevarse a cabo en cada momento del día y sin necesidad de ir a ningún templo de piedra.

Las personas que tienen una buena capacidad de analizar, captan el sentido de los Mandamientos de Dios y del Sermón de la Montaña de Jesús y saben que ya se ha anunciado la Nueva Era. Por lo que más de uno desea transformarse en una persona nueva, una persona libre, una persona en el Espíritu de Dios, un ser humano que aprecia la naturaleza, que la ama, y que con la fuerza de Dios se encuentra en paz con su prójimo. Estos son los hombres del Nuevo Tiempo, de las generaciones futuras. ¿Quiere participar de ello? Usted no necesita ningún guía externo, en usted tiene al guía interno, al Cristo de Dios. Él está en cada uno de nosotros.
Haga la prueba de encontrarse a sí mismo para acercarse a la verdadera vida. Nadie le puede obligar a hacer algo espiritual puesto que en el Espíritu de la Verdad, en Dios, usted y todos nosotros somos libres. Además las personas no necesitamos confesiones eclesiásticas, ni tradiciones eclesiales. No necesitamos sacerdotes ni tampoco intermediarios. Tenemos algo en nosotros, un tesoro, un tesoro inconcebiblemente valioso. Hemos sido llamados por Jesús, el Cristo, a que desenterremos este tesoro en nosotros, pues Jesús nos enseñó: «Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida». Y Él nos exhortó diciéndonos: «Seguidme».
Yo acometí, dice Gabriele la autora de estas líneas, la tarea de acercarme al tesoro interno, y no hablo sólo en base a la teoría. Hablo por experiencia propia, y sé que usted y todos nosotros podemos desenterrar el tesoro. Me alegro si usted se pone en marcha para dedicarse a este tesoro extraordinario. Me alegro si encuentra la paz interna en la conciencia de la presencia de Dios. Me alegro si se da cuenta de que no está solo, que en usted hay algo que llama y palpita, que respira y fluye que es el Espíritu, es la Verdad, es la Vida en usted, en todos nosotros.
Le deseo oraciones buenas y fervorosas. Le deseo que crezca hacia la libertad. Le deseo la vida en y con la naturaleza. Le deseo la comunicación con lo más interno de sus semejantes. 
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