Manuela lleva siete días durmiendo mal y llorando, porque después de 14 años no está más en su cama Pupi, su perrapequinés. Era su bebé, su niña querida, su compañía.
Una investigación hecha en un pueblo europeo estableció que en casa de los ancianos que vivían solos era más frecuentes que se dañaran los electrodomésticos. Luego se descubrió que los ancianos los dañaban para tener un rato de compañía cuando los llevaban a repararlos. Manuela siempre dijo que no se sentía sola en su casa luego de que se marcharon los hijos y el marido había muerto hace una década, porque tenía de compañía a Pupi. Ahora sus hijos temen por su salud y la visitan con más frecuencia. No quieren que ella empiece a dañar el televisor o la radio para tener compañía.