En nuestro comentario del miércoles 5 de mayo, es decir, de hace casi 3 meses, tratamos sobre un tema que ha despertado la atención general en la política ecuatoriana: La reelección del Presidente de la República.
Dijimos entonces que estábamos de acuerdo con la reelección, pero siempre y cuando esta no sea inmediata por las razones ampliamente deducibles y conocidas por todos, como lo es la intervención y la manipulación oficial que llevarían a perennizar un poder absoluto y omnímodo, señales estas totalmente antidemocráticas por más que se las quiera disfrazar con un proceso electoral preconcebido.
Las constituciones vigentes antes de la actual han legislado sobre la reelección presidencial y siempre se ha establecido que esta podría ser pasando por los menos un periodo. Nunca inmediata. Precisamente para evitar esas mañoserías electoreras y abusivas del poder del mando.
Y esa alternancia democrática parecería que es a lo que se le tiene miedo. ¿Por qué será?.
Tanto es así, que se quiere hacer un juego de palabras y en vez de aplicar la reforma a la Constitución se habla de enmienda. La diferencia está que al enmendar la parte referente a la reelección, la resolución legislativa tendría efecto legal con su publicación en el Registro Oficial. En cambio, tratándose de reforma, esta tendría que ser puesta a consideración de los ecuatorianos a través de un referéndum. Tal como se lo hizo con la constitución del 2008 de Montecristi.
Nuestro idioma es bien claro y preciso. Enmendar quiere decir corregir, quitar defectos, eliminar un error. En cambio que reforma es la ejecución de algo que proporciona mejoras o innovaciones a una cosa. Y lo que se quiere hacer introduciendo en la Constitución la reelección indefinida es un cambio total, es una innovación no contemplada en la Constitución de Montecristi; y, por consiguiente, se trata de una reforma, la que al ser aprobada por la Asamblea Legislativa tendrá que ser puesta a consideración del pueblo a través del referéndum, tal como lo establece la misma Constitución.
Escójase entonces este camino que es el apropiado y váyase a un referéndum. Eso sí, de aprobarse la reelección que esta no sea inmediata, para evitar el ejercicio del poder a través de la maquinaria y las presiones electoreras y manipuladora, para poderse dar así igualdad, libertad y equidad a todos los candidatos. Solamente así Ecuador podrá seguir viviendo en real y verdadera democracia. Lo demás son subterfugios. Háganse las cosas como deben ser hechas. Como manda la Constitución y las leyes.
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