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EL TRÁGICO CAMINO  HACIA LA LIBERTAD
EL TRÁGICO CAMINO HACIA LA LIBERTAD
Por: Vicente Mendoza Pavón

Viernes 14 Marzo 2014 | 04:00

Entre 1607 y 1773 Inglaterra creó trece colonias en América del Norte; el intento de imponerle tributos exorbitantes indujo a estas colonias a luchar por su libertad. Tras una guerra de ocho años (1775-1783), el 4 de julio de 1776 fue proclamada la independencia de las trece colonias que tomaron el nombre de Estados Unidos de América. ¿Fue legítima la rebelión de las colonias inglesas contra la metrópolis? ¿Tenían aquellas colonias el derecho a ser libres? ¿Tienen los pueblos el derecho a vivir en democracia y sin tutelajes oprobiosos?; ¿O deben ser juzgados por terroristas e integrantes del eje del mal por el solo hecho de luchar para liberarse del yugo opresor? El derecho a la libertad es inmanente al humano, y no debe ser violado bajo ningún pretexto, y ese mismo derecho se extiende a todos los pueblos, constituyendo el colonialismo la antítesis de la libertad, el más infame e inhumano sistema opresor.

En 1886 el gobierno de Francia le donó a EE.UU. la denominada estatua de la Libertad, esculpida por el maestro francés Federico Bartholdi, quizá en reconocimiento a la abolición del oprobioso régimen de la esclavitud, y fue colocada a la entrada del puerto de Nueva York. Ni el maestro escultor ni el gobierno francés de aquella época imaginaron que los sucesivos gobernantes norteamericanos ultrajarían con descarado cinismo el simbolismo que aquella estatua representa. ¿Acaso la antorcha que enarbola dicha estatua señala el camino hacia el despojo violento de territorios ajenos, al sometimiento de millones de seres humanos a su omnímoda voluntad, a la destrucción de pueblos milenarios con la única finalidad de apropiarse –a sangre y fuego- de sus recursos naturales?
El Ecuador de hoy no es el Ecuador de ayer, estamos en proceso de recuperar nuestra plena soberanía, de efectivizar aquellos principios de Derecho Internacional que consagra el derecho de los pueblos a la no intervención y a su libre autodeterminación. No necesitamos de ningún tutor que trace las líneas maestras de nuestra economía, ni que nos imponga una lista de países con los que no podamos mantener relaciones comerciales, culturales, tecnológicas y de amistad. Un secretario norteamericano expresó que “Estados Unidos tiene derecho a cuidar de su patio trasero”, refiriéndose a los pueblos latinoamericanos, afirmación grosera que lesiona nuestro derecho a ser nosotros mismos y  a nuestra identidad como nación.
Romper las cadenas del sometimiento no sólo es el objetivo de una lucha política, es una necesidad de supervivencia, es un enfrentamiento “…entre la forma extrema que asume el capitalismo y las formas de sociabilidad de las sociedades que asumen la responsabilidad de construir un mundo menso desigual, más humano”. (Emir Sader).
 
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