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LOCALES
Los "vecinos" de los prostíbulos

Tiene 29 años de edad y tres hijos, de 10, 4 y 1 año. Ha crecido y vivido cerca de uno de los dos centros de tolerancia o prostíbulos que en la actualidad hay en Picoazá.

Lunes 04 Noviembre 2013 | 04:00

 Mariana (nombre protegido) camina todos los días por la calle 24 de Mayo a dejar y retirar a sus niños de la escuela. Es la misma rutina que en su momento realizaron sus padres. 

Sabe que el trayecto es un peligro constante. En su casa no vive con tranquilidad, pero aún así no ha pensado en buscar otro lugar. 
Recuerda que en una ocasión un borracho que salía de un prostíbulo le cayó a pedradas a uno de sus hijos. Para su fortuna el menor corrió y logró esconderse. 
Mariana ha sido testigo de cómo las jovencitas que retornan de los colegios, en muchas ocasiones han sido ofendidas.
Las mujeres no pueden andar solas por este lugar, indica. En el caso de Mariana, su esposo trabaja y ella se ve obligada, cuando no tiene algún familiar o vecina, a transitar solitaria por la calle. 
Preocupación. Algunas veces le ha tocado ver mujeres que se asoman en traje de lencería. Lo que más le llamó la atención fue que un día su hijo le dijo: “mira mamá esa mujer cómo está vestida”.
Las constantes peleas entre personas que salen ebrias de estos sitios también la asustan. Además los visitantes cuando van por la calle se detienen en cualquier lugar para orinar y no les importa si hay mujeres, niños o adultos. 
“Las peleas son constantes. Aquí nadie controlada. De noche la situación es más complicada”, indica Mariana. 
En Colón, Juan ha crecido viendo ingresar y salir a las mujeres con sus pronunciadas figuras. 
A él le preocupan las constantes peleas que hay al salir del prostíbulo. 
No es partidario de una reubicación, porque reconoce que tiene hijos y para ellos es más peligroso que vayan a otro lugar. 
Lo que recomienda es que prohíban la venta de bebidas alcohólicas, como ocurre en Calderón. 
Considera que es algo normal que los hombres busquen los prostíbulos, pero lo malo es que hay poco control. Insiste en que el principal problema es la venta de licor. 
En Colón, de los dos centros de tolerancia que están en la parroquia, sólo uno está en funcionamiento, pero las trabajadoras sexuales llegan en vehículos. 
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