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VICTORIA BONILLA VALLEJO
VICTORIA BONILLA VALLEJO
Por: Libertad Regalado
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Miércoles 25 Septiembre 2013 | 22:21

E l domingo en la tarde me informé de la muerte de esta “dama de blanco”, así la conocí, luciendo su traje blanco, distintivo de las damas de Funteman, una organización de la ciudad de Manta que se dedica al cuidado y protección de las personas de la tercera edad.

Hay personas que cuando han terminado de educar a sus hijos y a veces a sus nietos, deciden trabajar por los niños, por las mujeres, por los que están tras las rejas, por los enfermos terminales. Toyita se decidió por este grupo muy especial por sus edades, etapa a la que difícilmente se llega con salud, esa edad donde la senilidad juega todo tipo de situaciones que hace muchas veces la vida un infierno.
Ella decidió confortar a estos desaparecidos tras cuatro paredes, a los que dejaron de existir para las nuevas generaciones; por eso el trabajo que hizo Victoria Bonilla y que seguirán haciendo las “damas de blanco” con la ayuda de la comunidad religiosa Cotolengo, debe ser aplaudido y apoyado por la comunidad de Manta.
Toyita, como se la llamaba, desde 1989 en unión de otras señoras iniciaron las gestiones para crear esta organización, y durante todos estos años se dedicó con cuerpo y alma a esta sagrada misión, proteger a quienes encuentran en estos centros un lugar donde pasar sus últimos días con dignidad. 
Tras cada uno de estos ancianos, hay una historia diferente que Victoria supo escuchar, en esas tardes que deambulaba por los pasillos y las salas del asilo, para con sus palabras y afecto consolarlos. 
Por eso ella sabía que algunos estaban allí porque envejecieron solos; otros fueron abandonados de los familiares; algunos porque en sus casas ya no había cabida para ellos o  sencillamente no tenían quién los cuide.
Muchos de ellos necesitados de atención más profesional y con sus escasos ingresos no podían solventarla; otros en cambio, habían llegado impulsados por la soledad y se sentían mejor rodeados de personas con las cuales compartían sus recuerdos.
Es decir, tantas razones que eran confesadas y que ella las supo asimilar y por eso su tenacidad en buscar recursos para que este lugar no cierre sus puertas.
Pablo, Ricardo y Efrén deben sentirse orgullosos de haber sido engendrados por esta mujer virtuosa, su vida ejemplar, su tenacidad, su dedicación a los demás son modelos a seguir. 
Hoy se adelantó en el viaje que todos algún día lo haremos, se fue con la serenidad, la alegría y la paz que tuvo mientras vivió,  esa que da el servicio social. Pues quien sirve a los demás nunca estará solo, las bendiciones de Dios Toyita,  serán tu compañía allá en la región del misterio y con seguridad cobijarán a tu descendencia.
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