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Editorial
Las actitudes de los jóvenes de hoy

A pena mucho observar que en la mayoría de adolescentes y jóvenes de hoy no se evidencien profundidad de diálogos y visiones para la trascendencia.

Viernes 12 Abril 2013 | 00:00

Considerando que debe haber una o muchas causas que generan esta preocupante realidad, resulta acertado afirmar que la  educación a nivel del claustro familiar e institucional son determinantes en el desarrollo de la personalidad de los jóvenes.

No cabe duda que cuando en ambas circunstancias, esto es claustro familiar, escuelas y colegios, los hijos no reciben de sus padres y maestros instrucciones en valores trascendentes con referentes especialmente bíblicos; y al mismo tiempo exista una carencia de buenos ejemplos por parte de estos, la formación de la personalidad es impactada con grandes déficit. 
Cuando estuve a cargo de la cátedra de desarrollo humano y valores en la carrera de medicina, pude encuestar a más de mil estudiantes respecto de las instrucciones que recibían en sus hogares de parte de sus padres; en más de 90 por ciento esta fue deficitaria, sobre todo en lo referente a lectura de las sagradas escrituras (Biblia). Muchos señalaron que lo que sabían de Dios más lo habían conocido por las películas que habían visto. 
El estudio reveló también que en un buen porcentaje, en muchos hogares, las relaciones de buenos afectos y comunicación entre padre e hijos eran muy carentes.
En nuestro medio, la mayoría de las personas están conscientes de las conductas de sus hijos y de otros jóvenes, pero no se interesan o hacen muy poco por corregir las fallas; unos ni siquiera conocen las causas posibles. Existe la impresión de que hay una resignación para seguir de espectadores ante una realidad penosa, dejando hacer y pasar las cosas.
En un buen número de países se publican a diario estadísticas escalofriantes sobre violencia juvenil, drogadicción, alcoholismo, suicidios y promiscuidad sexual, ya no solo en adultos sino en niños y  adolescentes. Todo esto, amigo lector, debe alarmarnos, conmovernos y llevarnos a la acción.
Hay que creer y confiar que sí podemos detener esta tragedia e incluso revertirla; se requiere  motivar a los padres con hijos menores de edad a invertir tiempo de calidad para instruir desde el hogar a sus hijos, con valores trascendentes y buenos ejemplos. Lo mismo debe ocurrir con los profesores de nivel primario y secundario a fin de que no incumplan su rol.
Es obvio que si los padres son motivados a esforzarse por desarrollar una personalidad con grandes valores éticos, morales y espirituales, en sus hijos los buenos resultados no tardarán. Si eres papá con hijos menores de edad, empieza hoy a cumplir la más hermosa responsabilidad que Dios encargó a los varones.
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