Familias, estudiantes, enamorados, novios, fotógrafos y otros que admiran la naturaleza llegan al lugar, ya sea para admirar el paisaje, descansar bajo un frondoso árbol, contemplar los animales como aves, iguanas, guatusos, o simplemente sentarse y leer un buen libro. 

En este lugar las historias se cuentan por miles, la naturaleza ha sido cómplice callada de momentos inolvidables en la vida de los portovejenses y otros manabitas atraídos por el panorama.

Jhonny Muentes Mora, jefe del Jardín Botánico, señala que en el sitio hay una armonía entre las plantas, los animales silvestres y el hombre.  Hay espacios para caminar, para aprender, para sentirse libre, indica el funcionario. 

Recuerda que la idea nació en 1992, cuando él era estudiante de agronomía en la UTM. Eran 49 hectáreas las que estaban sin uso y que en ese tiempo causaban malestar a los moradores del sector, por lo que propuso al rector de la universidad de entonces, Guido Álava, la creación de un lugar de encuentro entre el hombre y la naturaleza.

Fue así como después de 3 años, en 1995, se concretó la apertura del Jardín Botánico en un área de 9 hectáreas. Mientras, 4 son utilizadas para el rescate de la vida silvestre y 36 están convertidas en bosque tropical seco. 

En este lugar se puede encontrar toda una gama de árboles frutales, plantas introducidas, nativas y palmeras, que son cuidadas por personal calificado. Un dólar para adultos y 50 centavos para niños es el costo de la entrada.