Teofrasto, filósofo griego del siglo IV a.C., contemporáneo de Aristóteles, en su obra “Caracteres” refleja la influencia que tuvo en las posteriores clasificaciones de caracteres y tipos psicológicos. Es así que cuando hablaba de la insolencia la define como burla o insulto manifiesto o injurioso a los demás.
Cuánto material hubiese tenido el sabio nacido en la isla de Lesbos si hubiese conocido a los miembros de una secta de mercachifles que ostentan cargos adosados a instituciones de esencia democrática pero pervertida en ese menjurje que es el mamotreto de Montecristi, cuando el inciso 3º del Art. 217 señala que uno de los organismos de la Función Electoral, el Consejo Electoral, se regirá por principios de autonomía, independencia, transparencia, probidad. Y el Art. 219 otorga a sus cinco miembros la facultad de “Organizar, dirigir, vigilar y garantizar de manera transparente, los procesos electorales ¡Cuánta insolencia en medio de tanta perfidia!
Siendo que más rápido cae un mentiroso que un ladrón, de lo cual puede dar fe el actual gobierno, la misma Constitución amañada destaca en el Art. 224 que “Los miembros del Consejo Nacional Electoral serán designados por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, cuyo proceso de selección será organizado por el Consejo Nacional Electoral, según lo establece el inciso 3º del Art. 207.
Es decir, todos giran alrededor de las mismas prácticas viciosas, burlándose de los ecuatorianos, aún cuando el numeral 9 del Art. 120 señala como deberes y atribuciones de la Asamblea Nacional: “Fiscalizar los actos de la Función Electoral”, lo cual únicamente será posible de existir una respuesta popular que rechace el descaro con que se ha engañado al pueblo durante los últimos seis años, para no caer jamás en el lodazal en que nos revolcaron los impostores socialistas que llegaron a la función pública con taparrabos para llenarse las faltriqueras con los fondos del erario que depositaron en el exterior.
El doctor Tito Cabezas Castillo, en el evento realizado en San José de Costa Rica por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos, tuvo el acierto de recordar que el doctor Jorge Mario García Laguardia, en su intervención en el Primer Curso Anual Interamericano de Elecciones organizado por el Centro de Asesoría y Promoción Electoral, en el año l.987 decía que “La promoción del derecho y los procesos electorales democráticos deben entenderse como la defensa de un derecho humano fundamental”.
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