El domingo 7 de elecciones en Venezuela, ¿generó algún cambio o variación en la situación cívica, política y cultural de los venezolanos y para el nuevo rumbo ideológico en América Latina? La única mutación social fue la reacción cívica con presencia masiva de los ciudadanos para expresar su voluntad política en las urnas.
Los politólogos, cualesquiera que sea su postura ideológica, tienen desde el domingo 7 de octubre abundante material para explicar los resultados electorales de Venezuela, sin omitir el comentario de quienes por cercanía al poder, roles de pago, favores o prebendas, exalten a su líder que ejerce el mando, ni prescindirán del comentario de quienes, desde la orilla opuesta, aleguen todas las presuntas iniquidades y/o manipulaciones que ese mando hubiere puesto en marcha para desnaturalizar o alterar la verdad del voto popular. Yo, desde mi punto de vista de observador distante, puedo decir que fue una estrategia eficaz del gobierno venezolano, motivar y lograr que el señor Capriles y el comandante Chávez, cada uno con su respectivo buró de campaña, se comprometieran a no divulgar datos extraoficiales y parciales y a respetar también la voluntad popular. Capriles fue el primero en formular su compromiso en este sentido. Lo siguió Chávez a renglón seguido, con lo cual, el gobierno lograba difundir ante el mundo la idea de madurez cívica de Venezuela, otorgando al proceso electoral un matiz de legalidad e imparcialidad, mientras casa adentro, los rectores del Consejo Nacional Electoral y la infraestructura del sistema político dominante, articulaban los hilos conductores para la reelección del señor Chávez, con imagen de transparencia que el gobernante pregonará siempre como atributo sobresaliente de su reelección democrática.