Estalla por doquier en América el grito pasional de la política. Con más fuerza que el de la traición de los amantes. Quien tiene el poder casi total, revienta su ira al ver que otros pudieran mermar o privar su hegemonía. Los más descabellados motivos de la politiquería sirven para repudiar a los nuevos valores que insurgen y quieren el poder para el reparto.
La República del Ecuador es más endeble e inestable por el manejo ilícito de lo que se ha dado en llamar pomposamente “modernización del sistema democrático”, con millones de dólares en aumento creciente, equipos electrónicos, burocracia y expertos en computación para registrar inscripciones y luego recoger votos y dar mando y poder. Así, el tiempo omnividente revela el origen, muchas veces espurio de ese poder, surgido del engaño y las uñas corvas de ese sistema electoral de etapas políticas de nuestra historia, con grandes dudas sin despejar, para saber si los triunfadores que entroniza el poder electoral, eran legítimos o fraudulentos, por la manipulación de papeles, computadoras y sistemas con tecnología de desarrollo progresivo, hasta la fecha actual, pero con firmas falsas, acomodadas al granel por sospechosa o presunta compra venta.
Los autores, cómplices y encubridores presuntos del drama actual de esta falsía, para inscribirse, figurar y participar en las elecciones próximas, sufren juntos, en vecindad compartida con los integrantes del CNE, cuyo laberinto no es tanto por haber anunciado públicamente el fraude de la falsedad acumulada, sino ante todo, porque el CNE no sabe cómo liberarse de sus tutores que los puso en el cargo, o resignarse y aceptar el guión que el poder reinante quiere que prevalezca para solucionar el vergonzoso problema que estigmatiza al sistema de registro de partidos y movimientos políticos. ¡Ante este nuevo escándalo el alma bravía del pueblo está dormida…! El civismo y rebeldía son hoy quietud, silencio y mansedumbre por un pago bancario mes por mes. La libertad se ha muerto y son fuertes los vientos fétidos de la ilicitud y profusos los papeles sucios, del poder político, sin que la culpa sea de la extrema izquierda, sino de esa mansedumbre popular, situación ante la cual seguirán impunes las manipulaciones, los daños y violaciones legales. Seguirán retumbando en el ambiente el desafío y la arrogancia, para seguir mandando en todo hasta cuando el pueblo despierte y reasuma su señorío y fortaleza soberana.
Grande y pequeño es el hombre, ciertamente !... Grande, cuando su conducta responsable unifica a la gente para el bienestar común; y pequeño, cuando usa con alarde su libertad moral para disociar y torcer la verdad y la ley en provecho personal. Así resulta que falsedad, abuso y engaño en política, son lo nuevo de hoy con el mismo matiz de ilicitud que tuvieron en el ayer liberal conservador – republicano, cuando democracia era un nombre en el papel y con papelitos y fusiles se estructuraba el mando, y la riqueza ilícita de las familias políticas de esa democracia de papel.
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