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El ruido y sus efectos nocivos
El ruido y sus efectos nocivos
Por: Jaime Enrique Vélez

Miércoles 15 Agosto 2012 | 00:00

Antes de escribir este artículo he escuchado con Sergio Denis “Los sonidos del silencio” para concentrarme en el silencio de Dios; lo he hecho porque llego a mi casa hecho trizas por el efecto del infernal ruido que a diario soportamos en nuestro entorno social, bulla que apabulla el sistema nervioso y afecta el auditivo del común de los mortales, entre los que me encuentro encabezando la lista.


Todo esto bajo el estar pasivo de los que cobran un sueldo por “controlar y sancionar” a los culpables,  que ni por enterados se dan de ellos. Considero que la contaminación sonora avanza de acuerdo al crecimiento de las poblaciones; aeropuertos, hospitales centros educativos y otros entes colectivos han sido creados en lugares apartados lejos de sectores poblados, con el fin de disminuir el ruido en un caso y en otros buscar en el silencio la concentración y paz espiritual.
El 6 de agosto de cada año está dedicado a la lucha contra el ruido en el mundo, fecha para la gran mayoría desconocida pero que todos debemos no sólo recordarla sino aliarnos a esa batalla, para obtener como logro de esa lid  un mundo menos ruidoso.
Portoviejo, como urbe, sufre una grave contaminación acústica; los que vivimos en ella hace algunos años que soportamos el ruido ensordecedor que producen las maquinas que cortan el cemento rígido de las calles, las que se ejecutan los planes de alcantarillados y agua potable. El parque automotor también aporta en gran medida con sus pitos y cornetas, buses, busetas, volquetas, taxis y motos hacen lo imposible para enloquecer con su estridencia al común de los mortales,  que de una fuerte impresión por el susto puede hasta sufrir cualquier trastorno en su salud, y estos casos ya han sucedido.
Los carros de urgencias y socorro merecen un capítulo especial, las ambulancias cruzan la ciudad con su ulular sonoro a cada rato, si bien es cierto estos vehículos tienen prioridad de circulación en caso de emergencias, pero no todos los pacientes que trasladan son de apuro, unos van por una tomografía y otros por una endoscopía. Los carros contra incendios y el de rescate cuando acuden a un llamado de auxilio, a la salida de su cuartel forman un tumulto y un ruido aterrador; las estrechas y congestionadas calles no permiten el rápido avance de estas unidades, el semáforo en rojo no deja evacuar la vías, el canicular sol nos quiere ahogar. Y averigüe usted, amigo, si todo este dantesco episodio vivido fue por una llamada veraz o una falsa.
El ruido industrial también nos afecta; las veredas y portales sirven como talleres, los mecánicos, cerrajeros y vidrierías que en sus faenas causan ruidos agudos que lastiman los oídos de los transeúntes y vecinos del sector.
Cuidado el ruido nos esté acabando.<

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