Alberto (nombre ficticio) era un joven trabajador. Su padre le enseñó a laborar, pero lo que ganaba tenía que dárselo a él.
"Yo lustraba zapatos, hacía todo lo posible para ganarme la plata, pero me cansé de trabajar para otro", dice.
Cumplió los 17 años e ingresó al cuartel.
"Allí aprendí lo que era un prostíbulo, lo que era robar para sobrevivir, porque eso era lo que nos enseñaban, si te robaban algo, tu tenías que robar para recuperarlo", cuenta.
Alberto estuvo dos años como conscripto. Salió del cuartel y se hizo "chulo" y le quitó la mujer a su primo.
Recorrió varios "chongos". Después de un año decidió cambiar y volver a su vida normal, pero no pudo.
"Me acostumbré al dinero fácil, entonces empecé a robar y a traficar droga", relata.
En el mundo del crimen se "codeó" con delincuentes peligrosos. Recuerda que con el fallecido "Chico del Millón" asaltaron un banco y asesinaron a varias personas.
"Yo fui de campanero y me quedé afuera del banco y en dos minutos hicimos el asalto ", recuerda.
"Llegamos hasta Santo Domingo y después nos regresamos por Chone. Llegando a Tosagua entramos a un bar y el "Chico de Millón" hizo cerrar las puertas y empezó a contar el dinero robado. Me llamó y me dijo que ahí había 500 mil sucres y yo no los acepté. Le respondí que por qué a mi solo me daba ese dinero y al resto más de un millón, y el me puso dos pistolas en la cabeza", recuerda.
La droga y el crimen se apoderaron de su vida, a tal punto de que pagaban para verlo muerto y decidió irse.
Al tiempo de haber regresado un enemigo lo atropelló y le fracturó los brazos y una pierna, y lo dejó al borde de la muerte. En ese momento llegó una persona a visitarlo al hospital y le dijo que Dios le había dado una oportunidad de vivir y que la aprovechara. Desde ese momento Alberto decidió cambiar las armas por una mujer y las drogas por lo más preciado que tiene: sus hijos.<