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La incomprendida percepción
La incomprendida percepción
Por: Luis Herrería
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Sábado 21 Julio 2012 | 00:00

Hay expresiones que aparecen como sensibles de acuerdo con quienes las emplean, en los momentos que las expresan y según el énfasis que les prodigan. Es así como en el año 2008, cuando un ministro del correísmo esgrimió el término percepción intentando denotar que no existía una escalada en el índice de criminalidad, no faltaron quienes le endilgaron epítetos fuertes, como que ara zopenco, embustero, retardado y hasta lo calificaron como vulgar esbirro de su patrón. Quizás por el síndrome con que se inició y desarrolló este régimen de que los dependientes oficiales eran seres abyectos, fue el motivo para que lanzasen tantos verdugazos en contra del sutil y cejijunto secretario de Estado.

 

En realidad, si el jefe del funcionario aludido hubiese reparado en que percepción es “una sensación interior que resulta de una impresión material hecha en nuestros sentidos”, y que, además, tiene el significado de “conocimiento”, hubiese roto lanzas por un escudero con pretensiones de mordaz, ya que reconocía, mediante entresijos, que era material y conocido el auge delictivo en una “revolución” que ya estaba cimentando la pesadilla más tétrica que ha soportado el pueblo ecuatoriano. O, quizás, el rutinario insultador si llegó a entender el sentido gramatical de lo expresado por su epígono, a quien lo habría considerado digno de una mordaza, por lo que para no mandarlo a la casa de la…lengua castellana, decidió apartarlo de las convulsionadas sesiones de gabinete y lo exilió como castigo a la Asamblea Nacional, en donde abundan los que estarán impresos en los anales de la historia, no solo por los horrores que en ese organismo atrofiado se han cometido, sino también por la escasez de gónadas que no ha permitido algún atisbo de temeridad en contra de los dislates que durante años viene cometiendo la tiranía.
A estas alturas, luego del tiempo lujurioso del poder a cualquier costo, ya nadie puede discutir que la percepción está reflejada en las innumerables víctimas que caen abatidas por malandrines nacionales que actúan en combinación con sicarios extranjeros para, en operativos sangrientos, matar ciudadanos, asaltar domicilios, irrumpir con armas en negocios ajenos, todo ello matizado con la orgía desenfrenada con que se transporta cocaína, por vía fluvial, marítima, aérea y hasta humana, en donde a  “las mulas” les decomisan unos cuantos kilos que sirven como muestra de los cientos de toneladas que parten con destinos inciertos para unos, pero bien conocidos por otros. De modo, que haber zaherido al funcionario “internacionalista” fue una exageración, ya que tal vez incoherentemente quiso explicar, sin conseguirlo, aquello conocido por la ciudadanía víctima de la delincuencia, que actualmente ya resulta imparable.<
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