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Abajo los decibeles
Abajo los decibeles
Por: Lorenzo Bravo Delgado

Lunes 02 Julio 2012 | 00:00

Calceta, la “Ciudad Sin Par”, cabecera del cantón Bolivar, es una ciudad que de una década a la fecha ha experimentado para bien un significativo cambio.

 

Ahora huele a moderna. Ha tenido un cambio circunferencial. 
La  vida de sus habitantes recurre en medio de su agitado trabajo cotidiano. La autoestima de sus habitantes se ha vuelto a elevar, el comercio se ha quintuplicado y empresas foráneas invierten y se asientan en la urbe. 
Sus calles están semaforizadas dando un real ordenamiento al tránsito vehicular que se ha vuelto dinámico. Sus calles limpias dan un agradable  espectáculo a propios y extraños. En resumen Calceta es una ciudad que  transita segura en busca de su desarrollo sostenido y sustentable. 
Pero en medio de lo agradable viene lo inapreciable, lo imponderable, está tomando vuelo y se asienta día tras día el ruido ensordecedor de los altos parlantes con sus decibeles al extremo que ponen el peligro las horas de descanso del trabajador o aceleran la muerte de los enfermos. 
Aquí en  Calceta recorren las calles carros grandes y pequeños con altos parlantes adheridos anunciando la venta de cualquier artefacto o artículo de consumo masivo o anunciado rifas de toda índole, vehículos anunciando o invitando algún acontecimiento social o bailable. 
Las motocicletas que en Calceta existen por centenas, también se unen a los sonidos sonoros  con escapes libres, los motores arreglados sobre todo conducidas por jóvenes que entre más ruido haga la moto más felices y orgullosos se sienten; todo esto sin que nadie ponga punto final a este delito, porque ese es el calificativo se le puede dar a esta falta de consideración a los habitantes del lugar. Se requiere la intervención de las autoridades, sea del Jefe Político, la Policía Nacional y que el municipio emita una ordenanza regulando el ruido. 
No es posible que una ciudad que se proyecta con un brillante futuro sea interrumpida por el ruido que llena de alarma y  amenaza con romper los tímpanos de los oídos. 
No se puede pensar que  estos bulliciosos personajes piensen que Calceta es una ciudad sin ley y sin orden o que piensen también que es una ciudad donde se puede hacer lo que les viene en gana. Bajar los decibeles es un imperativo para una ciudad hermosa como Calceta<
 
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