Actualizado hace: 937 días 12 horas 3 minutos
J. Maldonado F.
La vida fácil

No encuentro otra explicación para el evidente atraso de Portoviejo, como resultado de las acciones del pomposamente llamado gobierno autónomo descentralizado cantonal, que la vida fácil de sus habitantes; fácil porque de esa manera se han ganado siempre lo necesario para vivir, o fácil también porque redujeron al mínimo sus exigencias y se conformaron con lo que buenamente da la vida.

Miércoles 25 Enero 2012 | 00:00


Es que, como lo decía alguno de los vecinos hace algunos días, Portoviejo es contemporánea de Buenos Aires  y otras grandes urbes del mundo; su naturaleza es generosa en recursos renovables, tiene salida al mar, que también es generoso en sus frutos; mantiene una población residente y una flotante que son numerosas y que deberían ser capaces de generar un mercado que sostenga a cualquier proyecto de producción.
Sin embargo, la mayor parte de la población de la ciudad depende de los sueldos del gobierno más los menos que dependen de los salarios que les pagan las pocas instituciones privadas existentes como los bancos y cooperativas. Tratándose de sueldos, siempre son bajos y obligan a que varios miembros de la familia aporten para su sostenimiento, sin posibilidades de ahorro y acumulación de capital.
Una prueba de la falta de interés por crecer de los portovejenses es que los proyectos de alguna dimensión, como los supermercados y los grandes almacenes, pertenecen a empresas ajenas a la ciudad; y llegaron porque nadie de aquí tomó la iniciativa para aprovechar el mercado que estaba listo para esa clase de negocios.
La cooperativa Magisterio Manabita, la 15 de Abril y el Banco Comercial, son casi exclusivamente las pocas empresas con aportación de capital; las demás, sea cual fuere su tamaño, son empresas familiares que no tienen mucho espacio para crecer, porque ya se conformaron con lo que tienen.
¿Por qué no se han creado compañías con aportación de capital? Porque reina la desconfianza. Nadie está dispuesto a entregar sus ahorros para que los administre un tercero, por más capacitado que parezca.
La historia económica del mundo muestra que las comunidades han crecido porque han sido capaces de conformar corporaciones con aportación de capital y esas corporaciones han captado su nicho de mercado e implementado procedimientos para ampliar ese mercado y satisfacer cada vez más necesidades, reales o ficticias, de la población. Los casos de crecimiento individual o familiar, a dimensiones suficientes para impulsar el progreso de la comunidad, son excepcionales.
Por eso es tan importante el mercado de capitales al que nunca Portoviejo le prestó atención suficiente. Sus regulaciones cimentan la confianza de los capitalistas, pues se mantiene el control sobre el manejo de las compañías que captan esos capitales.<

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