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Los años viejos
Los años viejos
Por: Walter Andrade
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Lunes 05 Diciembre 2011 | 00:00

Organizar el concurso de año viejo parece un símbolo de Portoviejo. En realidad está en camino de serlo. Y puede ser, si nos propusiéramos y guardando las distancias, lo que en Nueva York es el encendido del árbol del del Rockefeller Center o el reloj que deja ver en números inmensos el transcurso de las horas en Broadway para que la multitud grite, cuando llegue la hora cero, FELIZ AÑO.

 Sí, puede ser. El club 12 de Marzo con constancia de monje  y a pesar de las dificultades propias de cualquier concurso a las que hay que agregar las particulares de la época festiva, organiza, para bien de la ciudad, este concurso que es  esencia un estimulo a la creatividad de nuestra gente y una manera de decir que una costumbre tan ecuatoriana es, o debería ser, punto de reunión colectiva y atracción turística.

Pero claro el concurso no nace, como se podrán imaginar, por generación espontánea.  No, nada de eso. Tiene, como dije, dificultades, aprietos, inmensas barreras que hay que saltar y hay que hacerlo en los momentos que las circunstancias exigen y no en otros. La organización requiere planificación, supervisión y control que demandan  tiempo y paciencia. Y es en este proceso precisamente en donde los organizadores tienen que darse modos y maneras para sacar adelante el concurso. No importan los obstáculos  o las piedras en el camino. Todas hay que levantarlas. El tema es llegar al 31 de diciembre con todo listo para que la ciudad, sí, toda la ciudad,  disfrute lo que nuestra gente ha creado.  Y que cuando llegue el momento de los premios, se reconozca el ingenio, la agudeza, la chispa popular o lo que mejor describa, visualmente, un acontecimiento o un personaje.
Entonces este concurso no solo podrá ser un emblema de la ciudad. Podría ser mucho  más que eso. Es decir algo que la caracterice, que la distinga, que la haga única. Algo que sea folclórico, los años viejos lo son, pero al mismo tiempo tan vistoso que  se constituya en un elemento que atraiga turistas de otros lugares. En fin, lo deseable sería que los extraños encuentren en el concurso una razón para venir a la ciudad y los locales un motivo para sentirse orgulloso. Después de todo el esfuerzo de los portovejenses, su dedicación  a los mejores causas - y el concurso de años viejos es una de ellas aunque algunos no lo crean - ayudará a que la ciudad crezca y recupere el brillo que tuvo..<
 
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