Es parte de la cultura nacional ponerle el nombre de prestantes ciudadanos a las calles de una ciudad, de aquellos que volcaron a favor de ella lo mejor de sí y que en su momento constituyeron parte de sus vivencias en los diferentes campos del conocimiento humano, sea en el campo científico, en el de la educación, en el arte y en otras ciencias del saber.

Portoviejo, “Ciudad florida de arrabales verde” como decía el poeta coronado don Vicente Amador Flor, no es la excepción ni ajeno a esta simbología, puesto que a mucho orgullo nuestra ciudad es cuna de hombres valiosísimos que en su época destacaron brillando a nivel nacional e internacional, y de otros en la actualidad que aún destacan por su infinito amor a la ciudad, a Portoviejo.
Con sumo agrado los portovejenses de corazón que amamos a  nuestra ciudad, vemos que una gran cantidad de sus calles lleva el nombre de varios de sus hijos. Esto, señor Alcalde, es un maravilloso acierto y un reconocimiento a la labor abnegada.
Bajo esta premisa señor Alcalde, permítome recordarle que Portoviejo tuvo un gran hombre, virtuosísimo por su talento y por su recia personalidad, que destacó en el campo de la jurisprudencia y de la educación donde ejerció, al igual que la abogacía, toda una vida. Usted, Dr. Guillén, lo conoció. Me refiero al Dr. César Ortega Albán, pues para nadie es desconocido que se trató del gran maestro que  enseñaba el Derecho con suma dedicación y amor a su profesión, que su doctrina aún perdura en sus alumnos utilizándola incluso en el patrocinio de importantes causas. Gracias a él la Casa de Cultura de Portoviejo y la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (SOLCA) obtuvieron sus autonomías administrativas y financieras, litigando a brazo partido con las oligarquías guayaquileña y quiteña.
Se constituyó en el profesor olmedino que al momento tiene una gran cantidad de  profesionales exitosos que fueron sus alumnos reconociendo sus sabias lecciones. Sería largo expresar las virtudes y cualidades de este ilustre portovejense, que desde su columna editorial en este diario siempre mostró respeto para con sus semejantes y mucha capacidad intelectual de su parte. Portoviejo no tiene una calle que inmortalice su nombre para que las juventudes presente y futura sepan y conozcan de su real valía de allí que, con el permiso y la venia de su muy respetable familia, y asumiendo personalmente mi responsabilidad, es que vengo ante usted señor Alcalde y solicitarle se considere que una calle de nuestro Portoviejo, lleve el nombre de: DR. CÉSAR ORTEGA ALBÁN. <