Ambos tienen un objetivo común: volver a caminar por sus propios medios, y olvidarse de las muletas y sillas de rueda.
A Jorge Zambrano un virus lo dejó en una silla de ruedas y a Patricio Secoria un accidente lo condenó a utilizar muletas.
Ellos se conocieron cuando se fueron a probar las prótesis que les iba a donar la fundación Rostro de Jesús de Manta.
Jorge Zambrano en ese momento aún estaba en la silla de ruedas, que lo acompaña desde hace 10 años.
Antes de quedar parapléjico cuidaba ganado en el campo, ahora vive en la casa de su hermana.
“Vivir sin piernas es terrible, pero hay que seguir adelante”, expresa.
Patricio, de 33 años de edad, es casado y tiene dos hijos.
“Fue en una piladora de arroz, me tropecé y mi pierna quedó entre los fierros de una máquina, estaba preso, mi rodilla destrozada y días después sin un pierna, recuerda.
A pesar de todo dice que ha superado el accidente y aunque una vez se sintió inferior ahora sólo quiere superarse.

 donación. La pierna que le falta a Patricio fue donada por la Fundación Rostro de Jesús.
Allí elaboran órtesis y prótesis.
La presidenta Luz María Ulloa, asegura que para construirlas se requiere de mucho tiempo y dinero.
Éstas son hechas en los mismo talleres de la fundación donde al menos 40 personas discapacitadas han sido beneficiadas.
Ulloa dijo que algunas prótesis son vendidas a precios económicos, en  comparación con los costos del mercado.
“Afuera las comercializan a 10 o 12 mil dólares, aquí sólo cobramos el material y pueden valer entre dos y tres mil dólares”, indica.
Jorge dice que aprendió a valorar lo que tiene, y Patricio dice que entendió que de nada le valía estar completo si por dentro se hallaba  destrozado. <