Brasil tiene amarrado matemáticamente el pase gracias a las victorias cosechadas ante Corea del Norte y Costa de Marfil. Portugal, sin embargo, está pendiente de un punto para llegar a octavos. Aunque la derrota, incluso, le puede servir a expensas del resultado del cuadro africano ante Corea. Didier Drogba y compañía necesitan un ‘saco’ de goles para poner en entredicho la progresión portuguesa.

El partido que Brasil ganó por 3-1 a Costa de Marfil marcó el reencuentro con el fútbol de Kaká y Luis Fabiano, dos valores cuyo desempeño comenzaba a ser duramente cuestionado.

Pero la contundente victoria brasileña tuvo un precio alto: Kaká resultó expulsado por tercera vez en su carrera en una polémica decisión del árbitro francés Stéphane Lannoy, mientras que el centrocampista Elano debió abandonar la cancha en camilla al sufrir un fuerte golpe en el tobillo derecho.

La baja de Kaká será cubierta por Julio Baptista, lo que no supone alteraciones en el dibujo ofensivo original, con Robinho y Luis Fabiano como puntas y el jugador del Roma como creativo, la plaza de Elano quedará en poder del versátil Daniel Alves.

Portugal, por su parte, no quiere recordar la goleada que Brasil le endosó en noviembre de 2008 en su último partido (6-2) y piensan en que desde entonces no han perdido ninguno. Acumulan 18 disputados, con 13 victorias y cinco empates.

Después de la goleada a Corea del Norte (7-0) el optimismo se ha extendido en la concentración portuguesa, que descarta pactar un empate que le clasifique a octavos y piensa ganar y así hacerse con en el primer lugar del grupo.

El seleccionador luso, Carlos Queiroz, no moverá el equipo en relación a los que golearon a los norcoreanos y mantendrá en el once a Cristiano Ronaldo, a pesar de que el capitán tiene una amarilla que supone una amenaza de perderse el partido de octavos.

Deco, que se sigue entrenando a parte de sus compañeros debido a unos dolores en la cadera, es casi una baja definitiva en el cuadro de Queiroz.