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INICIATIVA
Niños drogadictos, otra realidad que se vive en Manta
Este adolescente lleva varios años drogándose. Bajo la camiseta lleva una botella con pegamento. Deambula por las calles de Manta

No dice su nombre, pero es uno de los millones de niños que en Latinoamérica son adictos al cemento de contacto.

Lunes 19 Junio 2006 | 20:17

Dentro de una botella de plástico lleva su alimento y su perdición. Manta, que fue calificada hace unos años como “La Ciudad de Moda”, por su rápido crecimiento turístico, tiene nuevos visitantes: los niños que se drogan con pegamento. Duermen en los portales de los edificios y a veces en las bancas de los parques. Son una docena. Dicen que han venido de Esmeraldas o Guayaquil. Cuenta historias semejantes. “En mi casa me golpeaban”, “Mi papá no me quería”. ¿Quieren verlos? Cayendo la tarde y por las noches deambulan por la Plaza Cívica, los atrae el olor de la carne asada y los chorizos, en los lugares donde vende chuzos y hamburguesas. Van en busca de las sobras y de unos centavos para comprar un tarro de cemento de contacto. El muchacho sin nombre lleva dentro de la camisa una botella de plástico con pegamento que se introduce en la boca. “No me tomen foto porque te mato”, dice el adolescente. El Municipio, manifiesta Rocío Pinargote, directora del Albergue Infantil, en una ocasión planteó la propuesta de contar con un lugar donde se pudiera rehabilitar a estos menores de edad. Hubo una reunión con funcionarios provinciales del Consejo Nacional de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas (Consep). El Cabildo propuso correr con los gastos de los profesionales que se encargarían de ayudar a recuperarse a los niños y el Consep debía entregar una casa donde pudieran hospedarlos. El organismo respondió que no tenían en Manta ningún lugar. Allí murieron las buenas intenciones. Un estudio señala que los inhalantes están entre las drogas más peligrosas que existen y, paradójicamente, reciben mucha menos atención. La ayuda se va Maritza, una chica que acaba de cumplir 18 años, ha recibido en varias ocasiones ayuda profesional. A los 12 años ya inhalaba pegamento y a los 15 años dio a luz. Su hijo lo cuida un familiar. Pinargote manifestó que el albergue la ayudó para que recibiera tratamiento en Quito, pero se fugó; igual apoyo se dio a cuatro niños más. En algunos casos estuvieron seis meses en tratamiento, pero salieron para continuar drogándose con el cemento de contacto, la droga de la miseria durante la infancia. Alucinaciones Roberto, un ex drogadicto que tiene 40 años de edad, recuerda que con el pegamento se te mueven las paredes y después hasta ves que empieza a salir gente de todas partes. “Todas son alucinaciones. Te vuelves violento”. Con un dólar en cualquier ferretería se compra un tarro de pegamento. Uno de los problemas del cemento es que sus efectos duran poco y hay que conseguir otro tarro más, dice Roberto. El cemento de contacto es el primer paso, luego viene la marihuana y la cocaína y entonces se te cierran todas las puertas, señala. Los talleres y las noches José tiene ocho años y vende con un hermano mayor caramelos por las noches. El es uno de los 350 niños que participan de los talleres de capacitación con los que cuenta el Albergue Municipal. Pinargote manifestó que una de las razones por las que no se aceptan que niños drogadictos estén en el mismo ambiente que los van al taller, es porque se crearía un ambiente de violencia. “Son dos realidades distintas”, añadió la funcionaria. José dice que nunca ha inhalado pegamento, porque no le gusta ver cómo se ponen los otros niños, que están siempre mugrientos y duermen en las calles. El y su hermano trabajan porque en su casa son 10 personas y no alcanza con lo que gana su papá como cargador en el mercado. Otra realidad nocturna de Manta es la prostitución infantil. El Instituto Nacional del Niño y la Familia (Innfa) ha emprendido una campaña contra la trata de personas. En Portoviejo la semana anterior hubo una reunión de la que participaron 40 dueños de prostíbulos de la provincia. Las reuniones continuarán para evitar que menores de edad ingresen a los burdeles en busca de placer y que adolescentes se prostituyan. En Manta hay una prostitución nocturna en el Malecón. Los clientes: extranjeros.
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