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Tradición
La colada morada le da "sabor" al feriado

Hay platos o bebidas que por tradición se asocian con una determinada fecha. Tal es el caso de la codiciada Colada Morada que se degusta en el país por el Día de los Fieles Difuntos.

Domingo 01 Noviembre 2009 | 18:40



Se trata, sin dudas, de una de las tradiciones ecuatorianas más arraigadas. Para muchos su origen data de las civilizaciones ancestrales anteriores a la conquista española, para otros fue introducida por estos y hay quienes hablan de sincretismo religioso.

En el período prehispánico, los difuntos ocupaban un lugar importante en las creencias de los grupos humanos. Investigaciones arqueológicas demuestran que creían en el más allá y establecían relación religiosa con seres del "otro mundo".

En sus ofrendas a los muertos incluían bebidas y comidas. Años más tarde, en la época de la Audiencia de Quito, se introduce un nuevo elemento en torno a los difuntos: la teología Católica, que da como resultado una mezcla de lo prehispánico con lo hispánico.

La iglesia Católica introdujo en el calendario litúrgico un día para rezar por las almas del Purgatorio. Ese día es el dos de noviembre, y se manifiesta aquí en el cuidado y adorno de las sepulturas, preparar la tradicional colada morada y degustar las "guaguas" (niñas) de pan.

Actualmente, se puede ver la tradición de alimentar a los muertos en los cementerios indígenas, justamente ese día. Para este ritual, hacen un orificio en la tierra calculando coincida con el lugar donde estaría la boca del muerto.

En ese orificio colocan recipientes con los alimentos, entre los cuales no puede faltar la colada morada, pan y agua.

Pero, en qué consiste la famosa Colada Morada, que lo mismo se consume fria o caliente, es espesa como una natilla, tiene el color de su nombre y para su elaboración, con fermentación de frutas y cocción, toma alrededor de tres días.

Sus ingredientes son: dos y medio litros de agua, una libra de azúcar, cuatro onzas de maicena o harina de maíz negro, ocho onzas de mortiños (bayas), ocho onzas de moras, tres naranjillas, dos ramas de hierba Luisa, dos de cedrón, dos de arrayán y una de ishpingo (árboles amazónicos).

A ello se unen cuatro hojas de naranjo, dos trozos de canela, 10 pimientas dulces, 10 clavos de olor, cuatro duraznos grandes, una piña en trozos, ocho onzas de fresas frescas, y medio babaco (fruta exótica de Ecuador).

La preparación es un ritual, un deseo o un antojo culinario para el paladar, que se da una vez al año y las abuelas pasan a sus descendientes de generación en generación y se reparte hasta en las escuelas.

Ya sabe los ingredientes, pero para probarla como es, hay que vivir en Ecuador.

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