Como suscriptora de uno de los principales periódicos de mi país, me siento decepcionada: Cotilleos despiadados, entrevistas a personajes de costumbres depravadas, desnudos integrales, fotos blasfemas, artículos anticlericales, ataques contra la facción política contraria, reclamos de prostitución…son contenidos habituales y especialmente de los suplementos de fin de semana. Abrir el periódico se ha convertido en un ejercicio de heroísmo para resistir, no sólo las malas noticias, sino las malas influencias que acaban por deprimirla a una.