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Luis Herrería Bonnet
El fraude revolucionario

Nadie puede haber estigmatizado el proceso electoral, en la peor de las formas, como la hermana del aspirante a dictador del Ecuador.

Sábado 23 Mayo 2009 | 22:01

Nadie se había atrevido a expresar en forma contundente, a pesar de que circula de boca en boca de ecuatorianos y extranjeros, sobre las arteras y siniestras maniobras que se han ejecutado con la complacencia del Consejo Nacional Electoral y que por elemental lógica tenía que desembocar en un fraude, que sin pelos en la lengua lo ha denunciado la señora Pierina Correa Delgado. Es tanto su desprecio ante esa fantochada que por recomendación del español Viciano la bautizaron en Montecristi como Función Electoral, que ni siquiera ha recurrido al Tribunal Contencioso Electoral – que se supone tiene las funciones de sancionar “por vulneraciones de normas electorales”, conforme lo determina el numeral 2 del Art. 221 de la Constitución que más ocasiones ha sido violada por sus progenitores -, sino que concurre ante el Ministerio Fiscal para que inicie la correspondiente investigación penal por el delito de fraude. Los epítetos de los actores políticos esgrimidos en días y semanas anteriores, entre ellos los del inefable “corcho”, se los ha llevado el viento con la frontalidad esgrimida por la denunciante, quien seguramente tendrá graves indicios o hasta pruebas de que el organismo electoral no es precisamente garantía del sufragio como una de las más altas expresiones democráticas, al no existir la idoneidad y la transparencia suficientes entre los que deberían ser jueces probos y eficientes para un evento vital. Porque llegar a pensar que esta denuncia tuvo el aval de Carondelet es pecar de ilusos. A menos que se les haya acabado el repertorio a los asesores políticos del autócrata, o (lo cual sería el acabose) que los nigromantes palaciegos ya no se sientan embelesados ante el gran insultador y se haya iniciado un repliegue discreto pero canallesco de quien está ad-portas de recibir a su alter-ego Hugo Chávez, quienes tendrán un fraternal programa de verborragia que dará lugar no sólo que los medios de comunicación tengan material para algunos días, sino que se abriría la oportunidad para nuevas sorpresas electorales. Es una lástima que se haya desperdiciado tanto dinero fiscal y harta saliva oficial como para que el ofrecimiento de una revolución –OH!, si tuviesen idea que acostumbra devorarse a sus propios hijos – se quede inconclusa, no solo porque el “corcho” está ubicado en la otra orilla del incorruptible Robespierre –quien no solo que fiscalizaba sino que guillotinaba-, sino que tantos aspavientos, desplantes, histerias, cuentos y manejos de toda laya, tan solo representen los juegos pirotécnicos con que han estado jugando, los que muy pronto no podrán apagar el gran incendio que se avecina y que los ingenuos, por un lado, y los traficantes de influencias, por el otro, no le prestan la atención que la emergencia demanda.
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