De este modo, el Cruzeiro -al lado también del Palmeiras y el Gremio- completó una participación inmaculada de los equipos brasileños, que copan la mitad de las ocho plazas de los cuartos de final de la competición. Los de Belo Horizonte, no contentos con el 1-2 cosechado en los pagos del Universidad de Chila hace una semana, salieron en tromba, voluntariosos y con muchas ganas de conceder una buena noche de fútbol a sus aficionados. El dominio de los locales fue abrumador, se erigieron en monarcas en su feudo con un juego ágil y envolvente y casi no cedieron fisuras en el centro del campo que le dieran aire a la formación universitaria. Los jugadores chilenos quedaron sorprendidos al lado de un Kléber indómito, que penetró en el área de todas las formas posibles, y un centrocampista Ramires clarividente, atento en el corte, preciso en los pases, intuitivo para dejar pasar la pelota en el momento preciso e incisivo para arrear un derechazo o rematar de cabeza. Tan solo un inspirado guardameta Miguel Pinto evitó que la igualdad se rompiera antes del descanso, tiempo que le sirvió al Universidad de Chile para recomponerse y presentar una mejor cara al comienzo de la segunda mitad. El paraguayo Nelson Cuevas demostró el cambio de actitud con un par de lanzamientos lejanos, pero la posesión del balón pronto regresó al dominio del conjunto azul de Brasil. El único gol de la velada llegó en una combinación entre los dos mejores hombres del Cruzeiro en la noche. Ramires recibió un pase en la frontal del área y cedió el balón a Kléber, que llegó en velocidad y lo golpeó fuerte y raso, dejándolo fuera del alcance del guardameta Miguel Pinto. El Universidad de Chile parecía noqueado, sin capacidad de reacción, mientras que el Cruzeiro prosiguió con su empuje y sus ánimos intactos hasta el pitido final.