Desaparecieron oficialmente de Francia a finales de los años 50, pero con el paso de los años, han vuelto y todo indica que lo han hecho para quedarse.
La plaga de chinches que se extiende, desde hace semanas, por el país se ha convertido en un gran quebradero de cabeza para las autoridades francesas.
Esta nueva epidemia ya infectó a mas del 10% de las familias francesas entre 2017 y 2022 con un costo para la sanidad pública de 240 millones de dólares. Y es que, desde 2016, las epidemias de chinches han atacado a Francia a un ritmo aleatorio.
Las primeras víctimas los sufrieron en el cine, especialmente cuando miraban Oppenheimer, en una sala de Bercy, cerca del ministerio de Economía de Francia. Después en el tren TGV, ahora en el Metro y hasta en el aeropuerto Charles de Gaulle porque se trasladan en la ropa y las valijas.
A menos de un año de los Juegos Olímpicos, las chinches se convierten en un problema de estado para Francia.
El ministro de Sanidad, Aurélien Rousseau, intentó aliviar un poco la preocupación afirmando: “No hay motivo para un pánico generalizado, no estamos invadidos por las chinches”.
El problema son los precios: como la demanda es alarmante, los precios de los que desinfectan son astronómicos.
Puede llegar a 3000 dólares el servicio de exterminio en un cine y entre 800 a 1000 en una casa.
Las picaduras de chinches dejan zonas rojas, ampollas o grandes erupciones en la piel, y pueden provocar con picores intensos o reacciones alérgicas.