Mi papá fue un buen vecino, se llevaba con todos. Mi papá fue un buen marido, le dio todo lo que pudo a mi mamá. Mi papá fue un buen padre, toda su vida trabajó para darnos lo mejor. Mi papá fue un pescador aguerrido. Era mirador, de esos que se paran en lo más alto de los barcos a buscar los peces. Mi papá fue lo mejor.
Hace 12 años un preinfarto, y luego un derrame, le quitaron las fuerzas para trabajar, pero no las ganas de vivir.
Desde ahí se convirtió en un luchador, un superhéroe.
Los médicos no le daban más de tres años de vida; duró 12. No había enfermedad que lo venciera, tres veces salió de la Unidad de Cuidados Intensivos, varias recaídas y hasta una operación de cadera.
De todo salió bien librado y se recuperaba para ser el mismo Rómulo de siempre.
Un domingo, Día del Padre, no pudo más. En esa fecha especial Dios quiso tenerlo a su lado.
Sentado, riendo, comiendo y rodeado de todos (esposa, hijos y nietos), su corazón se detuvo. No pudo decir nada, todos los esfuerzos por reanimarlo fueron en vano. Sus ojos se cerraron para siempre.
Nos dejó un vacío que cada día que pasa se hace más grande.
Papá, siempre te vamos a recordar, no tendremos tu presencia física, pero estás en nuestros corazones porque fuiste mi buen papá.