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Transcurridos seis años del terremoto que azotó a Manabí, y luego de haber sufrido dos años de restricciones económicas severas derivadas de las pérdidas que ocasionó la paralización del aparato productivo a consecuencia de la pandemia del Covid-19, el panorama de la reactivación es incierto.

Los tres gobiernos que ha tenido el país desde que ocurrió el sismo han hecho ofrecimientos de apoyar al resurgimiento de los manabitas, pero la mayor parte de las promesas han quedado en palabras y, quizás, intenciones.

En la provincia se cuentan por cientos los casos de personas que lo perdieron todo y tuvieron que recuperarse con mucho esfuerzo; pero otros no pudieron hacerlo por la falta de políticas flexibles y de programas generados desde el Estado.

“Con la crisis de la pandemia, las posibilidades de recuperación se ven más lejanas”.

Ahora, con la crisis general que acarreó la pandemia, las posibilidades de que se cumplan tales ofertas se ven más lejanas.

El sector productivo de Manabí merece que se implementen políticas que afiancen la reactivación.

Eso sería hacer justicia con una provincia que se ha ido recuperando de la tragedia en forma lenta y con mucho esfuerzo, pero que si hubiera existido la oportuna ayuda estatal, hubiese sido diferente.